“¡Dame la manguera, joder!”: el candidato del PP para Barcelona apaga un incendio

Josep Bou incendio

La verdad es que como no voto a partidos que acumulen cretinos y timadores en sus filas no tenía ni idea de quién era el candidato del PP a la alcaldía de Barcelona. Hasta ahora. Ahora sé que el tipo se llama Josep Bou y que es un héroe.

Ayer por la tarde —o por la mañana, quién sabe— hubo un pequeño incendio encima del restaurante que hay al lado de la sede del PP de Barcelona. Fue entonces cuando Josep Bou se tomó el asunto muy en serio y se implicó cien por cien con la causa, recuperando ese espíritu aventurero del que disfrutaba a sus 20 años cuando ejercía de legionario en la invasión marroquí del Sahara español. Sí que es cierto que lo más normal sería que los del PP se alegraran de que se estuviera quemando una de sus sedes y con ella todos esos discos duros y documentos “complicados” que en ella se almacenan.

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Bou lo tenía servido en bandeja, la metáfora estaba ahí, solo había que cogerla. Barcelona, bajo el mandato colauista, está en llamas. Una ciudad enferma y moribunda que se desmorona a pasos agigantados, desaprovechando el líquido que podría estar insuflando el turismo y maltratando a los propietarios de pisos. Alguien tiene que apagar este maldito incendio y volver a poner las cosas en su sitio.

Josep Bou incendio

Extendiendo su mano derecha (como no) Bou hizo de cordón policial para que nadie entrara en contacto con el peligro. Tras varios minutos de observación y análisis del problema que acechaba la fachada, Bou decidió coger la manguera que estaba utilizando su compañero e intentar calmar las llamas. Necesitaba este protagonismo, él sabía orientar mucho mejor el chorro de la manguera hacia el enemigo, aunque era evidente que la potencia era insuficiente y el agua no alcanzaba el fuego. “Si pudiéramos subir arriba lo apagaríamos”, exclamó.

La manguera funciona de alegoría de su candidatura, ese intento de solucionar el problema y la intención de ponerse en primera línea. La batalla se torna difícil pues la manguera no es suficiente para parar el fuego. Parece que la lucha por la victoria entre el agua azul y el fuego rojo se alargará un poco más, de momento no hay un vencedor claro.

Josep Bou incendio

Con un gesto delicado y estudiado, el alcaldable se quitó las gafas y las extendió hacia la nada para que alguien le cogiera las putas gafas porque iba a puto solucionar el puto problema, que aquí nadie está haciendo nada, joder.

Josep Bou incendio

Servido de sus extremidades Bou se enfiló por el andamio en un “momento héroe” que muchos otros candidatos habrían deseado. Pero el reto no estuvo exento de dificultad, un pequeño resbalón inquietó a los ahí presentes que exclamaron con sonoros alaridos “¡cuidado, cuidado!” y “vaya con cuidado, usted”.

Puede que Bou estuviera subiendo intentando apagar un fuego pero sobre todo tenía en mente generar una imagen icónica para su campaña. “El alcaldable que apagó el fuego”, “Bou contra las llamas”, “Recordemos cuando el alcalde de Barcelona luchó contra las llamas”. Los titulares de los periódicos que se estaba imaginando se amontonaban en su cabeza de una forma suculenta.

Una vez en el andamio lanzó su gran frase, como todo gran orador hace desde su balcón cuando le habla a su pueblo: “dame la manguera, ¡joder!”.

Y así fue. Le dieron la manguera, es decir, la confianza de un pueblo.

Pero aun así, la confianza no era suficiente, había que ganar esas putas elecciones. Y ahí es cuando entra en juego el extintor AKA la proclamación de su alcaldía, el voto real del pueblo. A lo lejos alguien gritó “¡tengo un extintor!” y ojo avizor Bou lo cogió sin vacilar.

Habiendo detectado el origen de las llamas el alcaldable decidió arrancar los plásticos de protección del andamio CON SUS MANOS mientras un espectador exclamaba preocupado “no podrá, no podrá (usted)” a lo que Bou contestó firmemente “Joder que no puedo”. Seguido de un grito que haría retumbar los mismísimos cimientos de la cordura de Dios, Bou logró crear un agujero en la espesura desde el que poder disparar el extintor y atacar a las llamas directamente. Mientras observaba menguar la amenaza ígnea y aumentar los aplausos y gritos de celebración de su público sentía esa sensación, ese fuego interno que crecía a medida que disminuía el fuego de la fachada, ese calor del que se sabe victorioso, ganador, no solo de esta pequeña batalla, sino de una campaña electoral y unas elecciones.

El extintor era su alcaldía, ese fogonazo de regeneración democrática que necesita la ciudad, que expulsará todas esas llamas insensatas del progresismo más radical que está derrocando al capital catalana.

He aquí entonces el que será muy probablemente el momento más heroico de la campaña.

Sigue a Pol Rodellar en @rodellaroficial.

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