La fiesta de ayer

Fotografías por Kyle Ross

Lo dejamos bien claro desde el principio: lo de los toros nos suda la polla. Pero durante todo el follón surgido en torno a la reciente votación del congreso catalán para prohibir las corridas, nos dimos cuenta de que las voces que más alto gritaban eran las de los politicos y los activistas de los derechos animales. Y estos dos, juntos, son como el huracán Katrina de caernos mal. Con una motivación ligeramente periodistica nos reunimos con Luis Corrales, presidente de la Peña Taurina Jose Tomás de Barcelona, para que nos explicase su punto de vista.

Charlamos con él en la Peña donde se reúnen cada jueves, entre cabezas de toros bravos y fotografías de matadores. Nos habló acerca del arte taurino, de animales y ladillas, de la ILP y de cómo José Tomás ha cambiado su vida.

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VICE: ¿Qué se hace en una peña taurina?
Lo básico sería la reunión semanal, en la que nos juntamos sin ningún orden del día establecido. En la peña somos unos 60 y a veces vienen 15 personas, otras 20, depende del día. A veces aprovechamos y vemos una corrida. Además la peña organiza conferencias -por ejemplo un ganadero, o una persona de Barcelona que hace trajes de luces que nos explicó cómo era la vida que normalmente no se ve en la plaza-, para ir conociendo un poco de primera mano el mundo taurino. Luego está la parte lúdica. Organizamos dos comidas al año, una por Navidad y otra en verano, con todos los socios de la peña. Otras veces se hacen salidas para ver a nuestro torero, a Nimes, o a Castellón, y se hacen salidas al campo con los chavales que están estudiando en la escuela de toreros, en las ganaderías que hay en el sur de Tarragona. Desayunamos y vamos a las ganaderías. Torean los chavales y nosotros también, yo como presidente tengo que dar ejemplo. Y cada año buscamos a un chaval que esté empezando y se organiza una becerrada en la que participan seis chavales. Al que vemos que lo hace mejor se le otorga un premio.

¿Por qué José Tomás, en concreto?
Esta peña se constituye en el año 2000. Hacía como 30 años que no se creaban peñas nuevas en Barcelona. José Tomás aparece en el año 97; toma la alternativa en el 96, pero viene a Barcelona en el 97 ó 98, y con esa relación tan intensa con Barcelona, algunos de nosotros, que éramos aficionados a los toros pero estábamos un poco aburridos, pues coincidimos en que cada vez que toreaba José Tomás nos veíamos. A partir de ahí se montó la peña. Era uno de los toreros que más nos gustaban y había conseguido redinamizar la afición por los toros en Barcelona.

Y ahora que se ha aprobado la ley antitaurina, ¿las peñas se seguirán reuniendo?
Yo creo que esa ley no va a entrar en vigor. Nuestro objetivo es cambiar eso. No nos vamos a contentar con la situación actual, pero si finalmente la ley entrase en vigor y se prohibiesen realmente los toros y fuera modificable, yo creo que las peñas seguiríamos igual. En Francia, por ejemplo, se ha dado el caso de localidades en las que no han habido corridas en 50 años y las peñas han sido las que han mantenido viva la afición. Hablas de toros, montas una exposición de pintura taurina, de fotografía, de literatura… Hay una peña en Estocolmo, los suecos, y allí no hay toros.

Uno de los discursos que han surgido es que ahora podrían darse corridas ilegales.
Hombre, podría ser, pero yo por el momento prefiero trabajar con la hipótesis de que esta prohibición se puede modificar. Pero sí es verdad que si se prohíbe del todo es posible que esa ilegalidad le dé un atractivo. Pero es complicado, porque no es como organizar una partida de cartas; hace falta un ruedo de 50 ó 60 metros de diámetro, caballos, graderías, y claro, no puedes llevar al toro de la mano. Bueno, a lo mejor se puede montar en un portaaviones en aguas internacionales, ¡je, je!

¿Se hacen apuestas sobre los toros?
No, no. Hay casas internacionales de apuestas, como betandwin y otras, pero no funcionan demasiado. De hecho, hubo un intento histórico de hacer una quiniela taurina en España y creo que duró seis meses y se fue al garete. Aquí en España no se vive como un deporte, en el que es más lógico apostar. Quizá la gente que no vive los toros apuesta, pero si realmente te gustan te da igual que el torero corte orejas o no, lo importante es que haya dado un pase bueno.

El arte no lo pueden prohibir. Se perderá, no podremos verlos en Cataluña pero bueno, nos iremos a Castellón o a Zaragoza o donde sea, o si no los veremos por televisión. En el fondo están prohibiendo algo que nos hace daño a los aficionados a los toros. Si es por el maltrato animal no van a impedirlo, porque en vez de matar a un toro en Cataluña se estará matando en otra parte. El arte felizmente en esta época globalizada no tiene fronteras; si hay que viajar, viajaremos y con más ganas.

¿Cuál crees que es el motivo por el que se ha aprobado la ley antitaurina en Cataluña?
Es puramente una decisión política hecha en clave animalista. Me atrevo a afirmar que la decisión por parte de CIU ya estaba tomada antes de que la ILP se tramitase, porque simbólicamente era un punto de partida hacia su proyecto de independencia, que es totalmente diferente al de ERC, y los acontecimientos últimos ya hicieron irremisible que tomaran esa decisión. La sentencia del Estatut, e incluso si me apuras la victoria de España en el Mundial… Todas esas cosas que algunos han visto como una afrenta a sus ideas, pues como ejercicio de demostración de testosterona había que hacerlo. Y la decisión ya estaba tomada porque es una forma de demostrar que digan lo que digan en Madrid y en el Constitucional, aquí como somos una nación prohibimos lo que queremos. No creo que sea por los derechos de los animales, porque el pasado día 28 nadie se acordó de esos derechos. Y si hablamos de ello, ¿por qué la hipocresía de prohibir los toros y no los correbous, que son hermanos de los toros?

Efectivamente es una decisión política en la que CIU ha tenido mucho que ver, aunque el PSC también tenga parte de culpa porque quizás al principio podrían haber hecho algo para impedir que se tramitase la ley. Lo que sí ha sorprendido es que de los 48 diputados de CIU, 32 votaran la prohibición; me parece que en las próximas elecciones tendrán problemas. Vamos, yo haré todo lo posible para que los tengan y expliquen por qué han procedido de esta manera.

Y en Canarias, donde están prohibidos desde 1991, ¿por qué no ha habido tanto revuelo? (al margen del tema político, claro).
Bueno, la gente que ha prohibido los toros dice que no lo entienden, que los que hemos politizado la situación somos nosotros. Y, primero, que en Canarias no había tradición taurina: la última corrida fue en el 83 y, claro, nadie se quejó de la prohibición, porque a los toros no iba nadie. Los toros en Canarias murieron de forma natural, porque no iba la gente. Y aquí proponemos lo mismo, que dejen que se mueran de forma natural, que cuando la gente no vaya ya se puedan prohibir y se pongan la medalla de que los han prohibido, si quieren. Y además se prohibió como un saco común; Miguel Cabrera, diputado del PP, lo que quiso prohibir fueron las peleas de gallos, y lo único que consiguió fue prohibir algo que ya no había. Las peleas de gallos gozan de una buenísima salud en Canarias, y en teoría son mucho peores que los toros a ojos de todo el mundo.

Han habido muchas cifras estos días. Una de ellas me llamó la atención, y es que al 80% de los españoles no les gustan los toros pero sin embargo no querrían prohibirlos.
Yo creo que eso es lo que pasa en la sociedad catalana y también en el resto de España. Lo que creo es que hay una minoría antitaurina que sabe moverse de manera respetable y hacer ruido. Los taurinos no estamos nada organizados y no sabemos movernos, porque para nosotros no es una militancia sino una cultura, una forma de vida; para los antitaurinos, en cambio, su forma de vida es la militancia, aquello por lo que luchan. Y yo diría que en Cataluña hay un 80% de personas que les importa un pimiento si hay toros o no y no perderán ni un minuto ni un euro en ocuparse de la prohibición. Y eso mismo pasa en el resto de España. Los aficionados, ¿qué serán? ¿El 10, el 15, en algunos casos el 20% de la población? Pues seguramente, pero los no aficionados son el 80% o lo que sea, y dentro de ese porcentaje hay una pequeña parte que son los que quieren prohibirlo.

¿Cuáles son los argumentos entonces para que los toros sigan?
Quienes tienen que dar argumentos son los que quieren cambiar la situación. No hay por qué justificar que haya toros: hay un empresario que organiza una corrida, hay aficionados, hay ganaderos y hay toreros. Son los que quieren cambiar la realidad los que tienen que dar los argumentos. Para nosotros la fiesta de los toros no es un espectáculo, es una manera de entender la vida. Los valores que transmite la tauromaquia, para nosotros, son valores de los que la sociedad está necesitada, pero no se los queremos imponer a nadie. Nosotros creemos que la verdad, el compañerismo, la solidaridad, la ética, el sacrificio, el dolor, el trabajo bien hecho, la imposibilidad de esconderse ante la adversidad… Todo eso son valores que la sociedad debería tener y que la fiesta de los toros aporta.

Me parece que el animalismo que vivimos hoy en día es una gran mentira, porque unifica a todos los animales en un mismo saco y lo reduce todo a si sufren o no. Me parece algo tan artificial y maniqueo que, si lo aceptamos como base, nuestra civilización está abocada a desaparecer. Porque, a ver, ¿alguien me puede explicar en qué se diferencia una ladilla de un perro? No se les puede tratar igual. Yo entiendo que un perro o una ladilla, o un mono y una serpiente o un gato y un toro, tienen mucho que diferenciarse, entre sí y en su relación con la naturaleza. A ningún taurino se le ocurriría ponerle una banderilla a un perro, pero es que tampoco se le ocurriría acariciar a un toro. La cuestión es que nosotros entendemos que sí tenemos una ética animal diferenciada, adaptándonos a nuestra relación con él y a su propia naturaleza. Pero nosotros, cuando decimos libertad, es porque creemos realmente en la libertad: si los antitaurinos quieren abrazar a los toros no se lo vamos a impedir…

Y por decirlo de alguna manera, ¿qué armas van a emplear en la lucha para cambiar las cosas tal y como van?
Yo creo que el principal hándicap que tenemos es la explicación de qué es la fiesta de los toros. La gente no sabe lo que son los toros. Sólo ven las fotos que el partido antitaurino pone con un toro echando sangre por la boca. Evidentemente eso pasa, pero la gente no sabe qué es lo que pasa desde que el toro nace hasta que muere. Estamos hartos de llevar a un antitaurino al campo para que vea cómo es una dehesa, como se cría a un toro bravo y, claro, ahí ya dicen: “¡Coño! Esto ya no es lo mismo”. No hemos sabido comunicar lo que es la fiesta de los toros. La difusión se quedó en el siglo XIX, y estamos en el XXI. Pero eso es culpa de los taurinos, de los empresarios, de los ganaderos y, en menor medida, de los aficionados.

Nuestra estrategia es divulgar la fiesta de los toros, que es más que un toro echando sangre. Y explicar lo que suponen los peligros del animalismo, porque decir que esto es una salvajada a lo mejor supone cambiar nuestro modelo de sociedad por otros valores a los que quizá no estamos dispuestos.