El problema es que es muy tentador. Aquella expansión verde, todo ese pasto verde que va más allá de los carteles publicitarios, esperando a que escapes de tu prisión en las butacas y corras por todas partes sobre él. Los señalamientos recordándote que entrar al campo de juego es una ofensa criminal sólo hacen que tu deseo sea mayor. Es la fruta prohibida. El equivalente del Jefe Górgory cuando le pregunta a Rafita, “¿Cuál es tu fascinación con mi clóset prohibido de los misterios?“
El meollo del asunto es que si has sido un ferviente seguidor de futbol por un buen tiempo, cabe la posibilidad de que alguna vez hayas invadido una cancha. O, si no los has hecho, definitivamente lo has pensado. Probablemente no necesitarías una razón, pero si la necesitaras hay mucho de donde escoger: exuberancia, celebración, intoxicación, frustración, protesta, en busca de atención, provocar al contrincante con un despliegue improvisado de gimnasia, lo que sea que este tipo estaba haciendo, colección privada —todas las emociones humanas en una acción.
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La mayoría de los invasores de canchas te dirán variantes de la misma historia. Tomemos de ejemplo a Andrew Davis fan del Manchester City: cuando Rob Taylor anotó el gol que puso de nuevo en la cima al City de Joe Royle, la euforia se apoderó de las piernas de Andrew, lo que ocasionó que terminara en el campo. “De repente, la postura acostumbrada de los fans del City —esperando siempre lo peor— se dio por vencida. Ganamos. Un montó de gente como yo pensó lo mismo y de la nada había una invasión masiva de cancha. Lo que recuerdo es una cacofonía embriagada y feliz de los seguidores del City, abrazos con extraños y objetos siendo aventados a la cancha Maine Road.”
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El cuento de Andrew es típico. Las conversaciones de invasiones de cancha casi siempre involucran a los fans experimentando una laguna mental momentánea, un tipo de trance extasiado que les provoca perderse por un minuto, y después regresar a la realidad, sorprendidos por estar celebrando en el pasto y no en el concreto. Las invasiones de cancha tiene sus raíces en la euforia y la buena vibra. Pero a veces estos momentos de emoción tienen consecuencias.
La invasión del terreno de juego es una ofensa criminal en Inglaterra —la incursión comienza desde las gradas, así que si caes sobre los carteles publicitarios al celebrar un gol, estás en problemas querido. Existen 23 regulaciones en Blighty, las cuales nadie lee con regularidad y que pueden ser resumidas en una oración, “Mira, no te pases de idiota”.
La aparente razón es la seguridad —para los jugadores, oficiales, y para todos. Es la justificación de “¿qué tal si trae un cuchillo?”, para nada ilógica dado que en el pasado se han presentado casos donde los fans han confrontado y atacado a los jugadores. También hay una teoría de que si una persona se atreve, entonces una docena lo sigue, después cientos y terminan siendo miles.
Aunque es un punto de vista totalmente razonable, el futbol toma una actitud absurda en cuanto a esto, incluso cuando es evidente que la persona no pretende hacer daño alguno. Se veta a las personas y con frecuencia las consequencias pueden ser más severas. “Cuando el Manchester United jugó de visitante contra el Arsenal la temporada pasada”, dice Amanda Jacks de la Football Supporters Federation, “Rooney anotó el gol del gane y cerca de una docena de fans cayó sobre las barreras de protección conforme la multitud empujaba hacia delante. Era claro que no estaban tratando de meterse al campo, fue sólo la inercia que los empujó. Todos fueron arrestados y acusados de invasión de cancha. Uno fue declarado culpable, los otros no, pero los magistrados le hicieron el feo al caso.”
A pesar de que la ley no le presta mucha atención a este tipo de situaciones, aún puedes buscarte muchos problemas. “Incluso si la corte no te da una orden de prohibición…es muy probable que el equipo de casa te vete”, añade Jacks.
Sorprendentemente, de acuerdo a un oficial de seguridad de un club de la League One, los invasores no se dan cuenta de que sus acciones son un delito —a pesar de los señalamientos que lo advierten— y se asustan cuando son abordados por seguridad, y si tienen mala suerte, por un oficial de policía.

Los fans de Bournemouth se apoderaron de la cancha después de ganar el ascenso el año pasado. PA Images
Y hasta podrías perder más que tu abono para toda la temporada: el negocio de un fan de la Championship que fue arrestado después de un derbi la temporada pasada resultó afectado, al igual que su auto, mientras que los castigos para los invasores promedio pueden ser severos. El infame Jimmy Jump —un catalán cuyo nombre real es Jaume Marquet i Cot— ha encontrado la manera de colarse al campo durante las finales de la Champions League, del Mundial y Eurocopas entre otras, y ha ido a corte tantas veces que se quedó en la ruina. “No tengo dinero”, dijo en 2014, “mi deuda total es de unos $350,000 dólares.” Aseguró que casi la mitad de su sueldo mensual es transferido para pagar las multas que acumuló durante años. Vaya que está pagando un alto precio por correr sobre un campo de futbol y molestar a Luis Figo.
Son tantos los casos que ya hay un despacho legal dedicado para ayudar a los fanáticos de futbol que han infringido las leyes. “Hay muchos seguidores que necesitan ayudan profesional”, dice Melanie Cooke de Football Law Associates, “ya que muchos son acusados por diferentes cosas. Inevitablemente, alguien que fue arrestado por una ofensa relacionada con el futbol —incluso si es su primera vez— le presentarán cargos, en lugar de ser advertidos. Tuve un cliente que por tener una lata de Coca fue arrestado y acusado.
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No fue el primer delito de aquel hombre, pero finalmente fue perdonado porque el magistrado en cuestión tuvo algo de sentido común. Sin embargo, el caso es un ejemplo de cómo el futbol, como industria, trata aquellos que los hacen ver “mal”.
“Creo que tiene que ver con el hecho de proteger la “marca” del futbol inglés, especialmente por la Euro de este año”, explica Cooke. “Creo que hay un impulsó para asegurarse de que haya el menor daño posible [de la imagen de este deporte].
No sólo son las personas las que se exponen a un castigo. Cada vez que un fan se mete al campo, el árbitro tiene que incluirlo en el reporte. Este se entrega a la FA, quien a su vez llama al club en cuestión para una explicación. Si hay demasiadas quejas, la FA pueden castigar al club de la forma en que desee. Lo más probable es una multa, pero en casos particulares se puede llegar a quitar puntos. De verdad no quieren verte correr sobre el valiosísimo pasto.
A pesar de todo esto, las invasiones pueden servir para una causa más noble. Al final de la pasada temporada, la relación entre el Blackpool y sus fans llegó a tocar suelo. A esto le siguieron años de negligencia, cero inversión y numerosas cuotas tomadas de sus dueños, la familia Oyston. Esto les provocó que cayeran de la Premier League a la League One. Por ende, los fans sintieron que era hora de actuar y organizar una protesta. Justo eso hicieron durante la final del torneo en contra del Huddersfield. Fueron tantos los que invadieron la cancha que el partido tuvo que ser cancelado, y el club fue multado con 50,000 libras. Tal vez hayas visto al tipo en silla de ruedas que se metió al campo respaldado por la grada.

Los fans del Blackpool iniciaron una protesta invadiendo el campo en contra de sus odiados dueños. PA Images
“La intención fue llamar la atención del mundo del futbol para dar a conocer la situación del club y la relación inexistente entre los dueños y los seguidores”, dice Kevin Boroduwicz, secretario de Blackpool Supporters’ Trust. “En efecto, fue un grito de ayuda. Hemos apelado al comité de Football League para que nos asista y hemos sido ignorados, así que pensamos que sería una última oportunidad para que escucharan nuestro caso.”
El presidente Karl Oyston tuvo que ser advertido por la policía para que dejara de “provocar e incitar” a los fans, quienes intentaron entrar a su palco en Bloomfield Road. Algunos de estos fans enfrentan actualmente acusaciones en la corte por el incidente.
Las invasiones de cancha son parte de un mundo extraño donde algo que por lo general se crea del júbilo o exuberancia momentánea puede ser castigado severamente. Así es el futbol, donde todas las emociones conviven, sean buenas o malas.
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