Una tarde con Natos y Waor escuchando su nuevo disco

Son las cuatro de la tarde y hace frío en Madrid. Recorro la Castellana hasta el edificio de Correos, giro a la derecha y veo la sede de la Fundación Faes. No paro de preguntarme qué hacen unos chicos como ellos en un sitio como este y eso es lo primero que les digo a Natos y Waor al llegar a su estudio, donde me han citado para escuchar Cicatrices.

“En realidad la mayor parte del disco está grabada en Fuenlabrada, pero también hemos venido bastante aquí”, me dice Gonzalo —Natos—. Le respondo que eso me cuadra más y le pregunto si no tienen miedo de cruzarse con Aznar cuando vienen aquí. Se ríen.

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Me ofrecen una Mahou verde que por supuesto acepto y nos ponemos al lío. He venido hasta el estudio del productor Pablo Gareta para escuchar, en primicia y junto a sus creadores, Cicatrices, el nuevo disco de Natos y Waor. Saldrá a la luz el próximo martes 13 de febrero y la fecha no está elegida al azar: Martes 13 e Hijos de la Ruina, sus dos últimos discos, fueron publicados en martes 13 de distintos años —2015 y 2016 respectivamente—.

Fer le da al play y suena “Piratas”, una declaración de intenciones, una oda a la vida errante, a la existencia sin timones, en la línea de “Quemando carretera”. En un momento del tema, Fer —Waor— canta que “su patria son sus hermanos, su parque y su acera”. Le miro y le sonrío. No me ve, porque está mirándose los pies, con los que golpea el suelo siguiendo el ritmo.

A “Piratas” le sigue “Cicatrices”, el single que da nombre al LP y que Natos y Waor ya habían estrenado. El videoclip, que lleva dos meses en YouTube y suma casi 7 millones de visitas, está dirigido por Adrián Groves, su filmmaker de cabecera, y grabado en Ámsterdam.

Cuando termina de sonar, después de comentar la base y la pieza, les pregunto qué habrían pensado si en 2011, cuando empezaron a cantar, les hubieran puesto esto. “Que qué bien suena”, dice Gonzalo. “Precisamente en este tema digo una frase, ‘desde el 2011 no hay quien nos alcance’, así que supongo que si lo hubiera escuchado entonces habría pensado que no nos iba a ir mal”, añade.

“En 2011 grababamos o en casa de algún colega, pero con medios infinitamente más precarios, o en casas okupas en las que estábamos con gente en la misma habitación hablando, sin insonorizar, y con instrumentales robadas en formato MP3, descargadas a lo cutre. Aquello tenía su encanto, desde luego, pero esta era la evolución natural. Hay que dar pasos hacia delante para poder crecer y seguir divirtiéndonos como artistas y eso es lo que hemos hecho. Pero la esencia se mantiene”.

“En 2011 grabábamos en casas okupas con gente hablando en la misma habitación sin insonorizar e instrumentales robadas en formato MP3. Ahora ya no es así, pero la esencia se mantiene”

Precisamente por la esencia les pregunto después de escuchar “Alfa y Omega” una de las colaboraciones de Cicatrices, con Denom, coros de Maka y producción de Ikki. Les digo que por qué no se han subido al carro de la ostentación, del brillo. Que por qué no han seguido la senda de los que han pasado de cantarle al barrio para hablar de tías, de gramos y de marcas de lujo en sus letras. Natos y Waor siguen vistiendo y viviendo como “chavales normales”, como dicen en este tema, y de eso es de lo que fardan.

“Ahora tenemos cosas que antes no teníamos, la vida nos va mejor, y es inevitable no reflejarlo un poco en nuestro discurso. Pero escuchas uno de nuestros primeros temas y uno de ahora y la esencia es la misma, con los cambios obvios, pero siguiendo la misma senda. Parece que la ostentación se ha convertido en la temática estrella de la movida, sí, y a mi no me parece mal siempre que esté respaldada por la realidad que viven quienes hablan de ella todo el rato. Pero hay casos en los que ni siquiera es es así”, dice Fer.


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“Nosotros seguimos teniendo los mismos valores y los mismos principios, lo que ha cambiado es la calidad de nuestro sonido, los medios que tenemos para afrontar los directos o para hacer mejores videoclips… La esencia sigue siendo la misma, pero con más medios”, añade Gonzalo.

“Aunque vivamos mejor que en 2011, cuando empezamos, seguimos yendo a un bar o a otro dependiendo de si la cerveza está veinte céntimos más cara o más barata, porque la gente de la que nos rodeamos sigue siendo la misma de siempre. Y aunque nosotros podamos permitirnos ciertas cosas ellos no”, concluye Fer.

“Seguimos yendo a un bar o a otro dependiendo de si la cerveza está veinte céntimos más cara o más barata”

Apenas me han hecho falta 40 minutos y una cerveza con ellos para saber que lo que dice es cierto. Y quizá esa sea la razón por la que no hablan de rachets sino de tías en sus temas, o por la que hablan más de los jurdeles que de money y siguen cantándole a meterse los porros en los calzoncillos.

Seguramente también ahí resida su valor, la razón por la suman en muchas ocasiones el doble de visitas en sus temas que artistas con el triple de cobertura mediática que ellos.

Imagen vía Marcos Alberca

Seguimos la escucha del disco con “Bicho raro”, que tiene una de las instrumentales más locas del LP. Se lo comento y me preguntan que en qué género encasillaría eso. Me encojo de hombros y les pregunto si lo que se oye en el estribillo es una flauta de pan.

“Gracias a Pablo Gareta, que tiene un grupo y conoce a un montón de gente que toca instrumentos hemos tenido la oportunidad de incluir a muchos instrumentistas en este proyecto. Hacer algo diferente, más complejo, era un poco el paso natural”, me responde Gonzalo.

“Niño de cristal” es el siguiente tema de la tracklist y su canción en solitario. “Quizá sea el tema más rap del disco”, me anuncia Natos. Y lo es. Le sigue la primera de las dos colaboraciones con Recycled J del LP, “Pecados”, un tema que podría sonar —y ojalá suene— en las discotecas.

“Underground Kings” es el séptimo tema del disco y otro de los que ya habían lanzando con videoclip. Lo grabaron “en casa de un colega que vive en un pueblo de Toledo al que no le importó que le destrozáramos un poco la casa”, también con Adrián Groves a los mandos. Cuando me lo ponen les digo que me dan muchas ganas de bailar cada vez que lo escucho. “Eso es bueno”, me responde Fer.

“A veces nos ponemos de acuerdo en un tema y escribimos, o uno le manda al otro algo que ha escrito para que continúe. Pero a veces da puto miedo, porque sin hablar absolutamente de nada, sin ponernos de acuerdo en nada, escribimos sobre lo mismo, incluso con frases muy parecidas”, me cuentan cuando les pregunto que cómo componen. Y pasamos al siguiente tema, que presentaron el día anterior a nuestra cita.

Se llama “Generación perdida” y en él vuelven al barrio del que en realidad nunca se han ido para recordar a los chavales que partían Hello Kitties en el baño y que demostraban sus principios robando en el Carrefour pero no en el colmado.

Lo están petando y no tienen necesidad de hablar todo el rato de petarlo en una industria que parece incapaz de mirar en otra dirección que no sea la del espejo

Los cuatro temas siguientes son colaboraciones: con Recycled, con Charlie, con Maka y con Costa. Cuando suena “Autodestrucción”, el tema que han grabado con Costa, se ríen y me dicen que es una macarrada, que con él no podían haber hecho otra cosa. Y cuando suena el de Maka Fer me dice que si nos echamos todos a llorar.

“Lo escribí hace un año y algo y tenía claro que quería que Maka participara en él. La temática y el tono iban totalmente con él, así que se lo mandé. Nos conocíamos solo de estar juntos en un grupo de WhastApp pero accedió y me mandó su parte. Recuerdo la primera vez que lo escuché, me pareció increíble”.

Llegamos al último tema, “Bestsellers”. Sobre la base más electrónica de todo el disco, Natos y Waor hablan de que pagaron el piso a tocateja o de contar billetes morados. Cuando termina, Fer me dice: “¿Ves? A veces nosotros también chuleamos”. Le respondo que sí, pero que también hablan de las familias en paro, de los chavales de Aluche que compartían litros y llevaban las TN o las Total 90. Sonríe y nos despedimos.

Me voy pensando en lo necesarios que son, petándolo pero sin necesidad de hablar todo el rato de petarlo en una industria que parece incapaz de mirar en otra dirección que no sea la del espejo.