Hubo un tiempo no muy lejano en el que los memes no existían. Un tiempo en el que ni siquiera existía WhatsApp, Twitter era una cosa que usaban cuatro frikis, la peña se comunicaba por el chat de la Blackberry y las fotos salían granuladas. La democracia española se basaba en un turnismo aún más chusco que el de Sagasta y Cánovas del Castillo, con la alargada sombra de la corrupción flotando sobre ella, y las plazas aún no se habían llenado de chavales que reclamaban una “Democracia Real” —aunque nadie tenía siquiera muy claro qué era aquello cuando se llenaron— y entonaban cánticos como “PSOE, PP, la misma mierda es”.
En ese contexto nace en el año 2007, Unión Progreso y Democracia. El 19 de mayo de ese año, en San Sebastián, cuarenta y cinco personas se reúnen para tratar sobre la posibilidad —y la necesidad— de crear un nuevo partido político. “La mayoría de los reunidos eran vascos, muchos de ellos con una larga experiencia en organizaciones políticas, sindicales y cívicas, en muchos casos procedentes del ámbito de la izquierda, pero también de tradición liberal y ciudadana. Decidieron poner en marcha un proyecto que interese a personas de un amplio espectro democrático, y de toda España”, dice la historia oficial del partido, que puede leerse en su página web.
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Al googlearla aparece un lema que ahora provoca risa pero en su momento ilusionó a miles de españoles: “la alternativa necesaria”. “Los presentes aprobaron formar una nueva plataforma (…) que aporte nuevas propuestas políticas para los problemas considerados más acuciantes: lucha contra ETA; regeneración de la democracia; oposición al nacionalismo obligatorio; reforma de la Constitución para reforzar las libertades ciudadanas y la igualdad, con independencia del territorio de residencia; etcétera”, decía el texto fundacional del que en lo venidero y hasta su memetización sería el partido de Rosa Díez.
Se presentaron a las Generales de marzo de 2008 y sacaron un escaño: el de su lideresa, por Madrid. En 2009 lograron otro en el Parlamento vasco y en las europeas de ese mismo año se hicieron con casi medio millón de votos, lo que les valió otro diputado en Bruselas. Muchos vieron en ellos la esperanza de ruptura del bipartidismo y un partido que, por fin, le plantaba cara a la corrupción, personándose como acusación en el Caso Bankia y reclamando responsabilidades a formaciones políticas que, como ya se venía sospechando, estaban podridos por dentro.
“Su lema ahora provoca risa, pero en su momento ilusionó a miles de españoles: ‘la alternativa necesaria’”
Carlos, que ahora tiene 27 años, era menor de edad entonces. “Los conocí por casualidad en bachiller. Un día me encontré una octavilla en el metro y vi que planteaban una serie de reformas institucionales que tenían que ver con el problema de distribución de competencias a las Comunidades Autónomas o con el nacionalismo que se estaba usando para pactar tanto en el 2006 con Aznar como en 2009 con Zapatero, por el cual al final los partidos nacionalistas eran la bisagra para gobernar en España y eso era un sin sentido porque se estaban distribuyendo competencias de forma irregular”, dice.
“Me pareció bien lo que leí, me empecé a informar sobre ellos y vi que estaba conformado por gente de derecha e izquierda: Rosa Díez del PSOE, Fernando Maura del PP, gente como Fernando Savater, que es un poco progre pero antinacionalista, Mikel Buesa, el Foro Ermua… Aún tenía 17 años y no podía votar, pero como me apetecía ayudarles fui a la sede, los conocí y estuve recogiendo con ellos avales para presentarse a las elecciones al Parlamento Europeo de 2009. También les ayudé junto a un equipo de unas 8 o 10 personas a responder dudas que llegaban al mail del partido con lo que tenía de programático”.
Según Carlos, UPYD era entonces un partido con liberales y socialdemócratas pero “en el que todo el mundo tenía claro que aquello era un partido instrumental para una situación excepcional, que había nacido por unas causas y tenía unas finalidades muy concretas —antidesmadre autonómico fueras de izquierdas o derechas, antinacionalismo, no transigir con el terrorismo…— y sabíamos que había que ceñirse a ellas”.
Y eso fue que lo que le apartó de la formación de Rosa Díez, el querer crecer por encima de sus posibilidades: “Al cabo de unos años me desencanté. Ciudadanos había surgido para lo mismo pero en Cataluña, y cuando se sentaron a negociar y no llegan a un pacto me di cuenta, y supongo que muchos más, como Sosa Wagner, que dejó su escaño, de que uno quiere comerse a otro: no quieren pactar sino perseguir sus intereses creados, sus camarillas”, añade.
“Era eso o la abstención”
De hecho, el giro de guion definitivo, la consagración de UPYD como meme quizá fue su pacto con Ciudadanos de cara a las elecciones del próximo 10N, cuando casi estaba todo perdido para los primeros, pero quizá también para los segundos. Pero llegó tarde y mal, tras años de idas, venidas y negociaciones fallidas porque ninguno de los dos quería ceder. Algunos de sus cuadros más célebres —y meméticos—, como Toni Cantó, hicieron trasvase de un partido a otro años antes. De la presencia de Rivera en 2007 del acto fundacional de UPYD se pasó a una batalla para cuyo armisticio ha habido que esperar a 2019, cuando muchos se preguntan si tiene ya sentido. A día de hoy, Carlos dice que “seguramente vuelva al PP de Casado, que ahora mismo sí que es un partido con un discurso claramente liberal, con sus más y sus menos pero es lo que hay”.
Marta, que tiene 29 años y que también votó a UPYD antes de ser un meme, en las Generales de noviembre de 2009, ha orientado su voto después a opciones que nada tienen que ver con las de Carlos. El 10N votará a Unidas Podemos. “Antes de a Podemos voté a Rosa Díez porque su partido no eran ni el PP ni el PSOE, dos partidos que ya empezaban a causar hartazgo y a los que no me apetecía dar mi voto. Era eso o la abstención”, dice.
El primer voto de Guillermo, que ahora tiene 26, también fue para la formación de Rosa Díez y también será, en esta ocasión y desde 2015, para Podemos. “Cuando digo eso de ‘yo una vez voté a UPYD’ la gente se parte de la risa y poco más. Les dejé de votar pronto y me arrepentí de no haber votado a IU en su momento, aunque hubiera sido una decisión intrascendental en mi vida, supongo. Mis ideales políticos fueron cambiando radicalmente y fui tomando conciencia de cómo las políticas neoliberales eran —y siguen siendo— las que nos llevan ante un horizonte desolador, antihumano, en contra de cualquier progreso para con el espíritu, el alma y la mente, y solo sirven para perpetuar un sistema absolutamente injusto y decadente. Por eso encontré en Podemos en parte unos ideales mucho más cercanos y similares a los míos”, explica.
Su tocayo Guillermo, de 29, también votó una vez a UPYD. “El sistema bipartidista representaba para mí lo peor de la democracia, la influencia de los partidos en el Estado. La otra opción seria era IU y la verdad que no andaba por ahí mi línea política entonces, ni la anda ahora. UPYD me pareció una opción distinta, que aunque no me representaba plenamente, sí que introducía algunos aspectos que consideraba necesarios. Me gustaban sus propuestas relacionadas con limitar el poder de los partidos en el aparato estatal, como la de evitar la elección de los jueces. Además, estaban llevando a cabo numerosas acciones contra casos de corrupción, entre ellas la acusación particular en el Caso Bankia y, supongo que me parecían en general gente de fiar”, dice. “Su discurso de romper el bipartidismo llegó demasiado pronto y no cuajó, quizá.”
‘Su discurso de romper el bipartidismo llegó demasiado pronto y no cuajó’
“Cuando decía en aquel momento que iba a votar a UPYD la gente no se reía, sino que lo que más recuerdo es más bien indiferencia o animadversión hacia la figura de Rosa Díez, que sinceramente a mí tampoco me gustó mucho nunca. Por como se le fue la olla luego la verdad que no les culpo”, dice. El 10N apostará por Más País porque “es poner más apoyo a que se forme un gobierno y porque creo que el PSOE debe ser castigado de alguna forma por cómo ha planteado la negociación, además de darse cuenta de que no tiene mayoría y por lo tanto no puede gobernar como si la tuviera”, añade.
Todo apunta a que, a su paso, además de una retahíla de momentos estelares, como el ya inolvidable discurso de Álvaro Pombo en 2011, transcrito para el recuerdo con gran atino en este blog, UPYD ha dejado un reguero de votos distribuidos entre partidos que casi nunca son UPYD y que en pocos casos, parece, son Ciudadanos. Pero siempre nos quedará el meme. La sorpresa cuando, de pronto, en campaña, veamos algún cartel suyo en alguna avenida, le hagamos una foto y la mandemos a algún grupo con un texto que diga algo así como “UPYD vive, la lucha sigue”.
Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.
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