Artículo publicado por VICE Argentina
El 2018 es un año largo, largo, larguísimo. De la inmensa cantidad de hechos que dejaremos atrás pasada la medianoche del 31 de diciembre elegimos estos 10 como representaciones de un espíritu de época que nos deja, una vez más, exhaustos.
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Cazadores de Uber
“Te di la mano desde adentro del auto por las dudas, ¿viste?”. Qué cosa, hermano, lo que hay que hacer en este íspa para poder poner sobre la mesa un pan dulce y una sidra. Tiene razón el amigo igual, que desde que hace Uber en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires finge que es un amigo llevando otros amigos o un tío sin rescatar pasando a buscar sobrinos mientras la luna cae detrás de cuevas financieras y locales de shawarma donde no nace ningún artista popular significativo hace 30 años. Porque así estamos, desde que los taxistas entendieron de qué se trataba Uber hubo 250 denuncias judiciales por agresiones a conductores de la app. Algunas incluyen disparos con rifles de aire comprimido a vehículos en movimiento y con pasajeros, y se estima que sólo un tercio de los ataques terminan en presentaciones ante la Justicia. Buenos Aires le agrega así otro yeite a su fauna y, de rebote, inventa los taxistas autoconvocados. Qué bueno. Porque ¿a quién le fastidiarían los taxistas? Todos amamos a los taxistas, y a su glorioso régimen de circular vacíos a 15 km/h. Con amor, niñito.
Asados con opción vegetariana
“¿Te gustan los caballos?”, me preguntó César una tarde bonaerense de 2007 mientras me mostraba un mazo de cartas en la mesa de la escuela. Ahí nomás nos hicimos amigos porque alguien que se compra un mazo de cartas con figuras de caballos tiene un alto porcentaje de bonhomía en sangre. Jugar a las cartas por plata, tomar cerveza en botella, compartir carne y pan con la gente que uno ama. La cosa sana. Pero —y ahí vemos que el tango está en el ADN argentino nos guste o no— cómo se extrañan esos domingos uniformemente carnívoros donde daban ganas de llorar, perdóneme, sobre la jurásica uniformidad de nuestras parrillas. Ya no se puede. ¿En cuántas reuniones de fin de año tuvieron ustedes que instaurar opciones vegetarianas? O peor, veganas. “No existe un mundo donde todos piensen como vos, acostumbrate”, canta Adrián de Saint Exupe-Dárgelos en la canción que cierra su última obra. Entonces: yo no me meto con tus hamburguesas de lentejas y tus lecturas de Byung-Chul Han, vos aléjate de esa bondiola y esta estampita del Gauchito que mi abuela me legó.
Apropiación cultural del Conurbano por parte de los porteños
¿Alguien sabe cuál es el pañuelo para separar a los porteños de la mística conurbana? No sé ni por dónde empezar. ¡Déjennos la precariedad a nosotros! ¡Hasta eso rompen! Desde hace unos 10 años y con más intensidad desde la masificación de las redes, los usos, costumbres y colores de la medialuna urbana bonaerense han entrado en los radares de lo cool de la Nación autónoma. El resultado, un engendro. Dije que no sabía por dónde empezar. Por ejemplo, ¿cómo no va a surgir el trap, cómo no va a surgir alguien como El Doctor cuando Guillermo Lobo escucha cumbia villera en TN? Y bueno, qué quieren. Vamos a ser claros: nosotros aquí somos, en líneas generales pero sin miedo a errar el panorama, hijos e hijas de inmigrantes de las provincias o de los países limítrofes de Sudamérica. Entonces nuestros tíos no nos legan U2, nos legan Koli Arce. Y lo bien que hacen. Por suerte de este lado de la vida seguimos siendo padrinos de bautismo antes de terminar la secundaria y los salvajes unitarios siguen siendo salvajes unitarios: no van a poder subirse a un DeLorean para volver el tiempo atrás y festejar la comunión con Koli de fondo. O lo que es otra cara de la moneda: van a tener que seguir haciendo de la apropiación cultural —o la careteada— su fuente primordial de diversión.
Jugar sin 9 con Francia, otra urquizeada argentina
Otro carácter definitorio del ADN argentino. Si lo dijera Marcos Aguinis ya sacan una serie en Netflix conducida por Lanata. Pero bueno, pensar esta nave es una tarea de intelectuales que toman cerveza en copa, ¿no? A lo nuestro: vaya a saber qué carajo estaba pensando el entonces técnico del seleccionado argentino Jorge Sampaoli cuando planteó un partido definitorio con dos wines y sin centrodelantero allá en junio de 2018. Jugar sin “9” contra Francia en octavos de final. ¿Jesús murió para que vos hicieras eso? Pelado infame.
Las peores decisiones apuntaladas por el sinsentido más profundo del universo son parte constitutiva de esta Nación y para certificarlo basta asomarse un poquito la historia. Hacia 1850 la Confederación Argentina no tenía el servició de 4G de Suecia, ya lo sabemos. Pero, muchachos, la Tierra todavía estaba caliente y todavía nos mandábamos entre nosotros. Claro que Juan Manuel de Rosas como megazord del poder público no era lo mejor, claro que a Chequeado no le iba a gustar eso, pero ¿romper todo lo construido y ganado con la sangre de los y las nuestras? ¿Y todo en pleno proceso de consolidación de los jovencísimos Estados sudamericanos? ¿A quién carajo pensaban que iba a terminar favoreciendo ese río revuelto? Dicen las malas lenguas que por esos días a Justo José de Urquiza le gustaba tomar el té a las cinco con unos muchachos con sombrero de copa. Sea por eso o sea por una sampaoliana lectura del campo político, el pronunciamiento de Urquiza en aras del federalismo terminó, me doy cuenta mientras lo escribo, en todo el G20 comiendo chipa en el Teatro Colón. “PORRRRRR QUE” debería ser el lema de nuestras monedas en vez de “En Unión y Libertad”.
El mundo es un pañuelo
El año en el que la postura a favor del aborto triunfó en todas partes menos en el Senado y la Iglesia fue el año en que los pañuelos se convirtieron en el soporte predilecto para promover tal o cual causa. Los históricos pañuelos verdes que se multiplicaron por millones tuvieron su contraparte medieval de color celeste, pero una vez resuelto el debate legislativo varias causas buscaron su blasón triangular para ser anudadas a mochilas y carteras. Naranja para pedir la separación de las estructuras del Estado y la Iglesia, rojo para promover la Ley de Adopción, violeta a favor de los derechos de las mujeres y contra la violencia machista, negro o rosa contra la violencia hacia los animales, amarillo para los que se arrepienten de haber vot… bueno, esos saldrán el año que viene.
En el horóscopo chino soy Rappi de Madera
Con 200 mil puestos de trabajo dinamitados sólo este año, el terrorífico 2018 también es el año de las apps de comida en el horóscopo chino. No sé lo quiero, pero lo quiero ya, si yo fuera tu esclavo te pediría más, dijo un pelado como un 30 años y todavía sigue vigente. Por ahí viene la mano. ¿Qué es lo quieren los clientes que sostienen a Rappi? Desde aquí nos da la sensación de que es algo más que comida transportada, pero por las dudas: ¡Por favor! ¡Alguien llame a Byung-Chul Han para que nos explique cómo sacar a punto los chinchulines! ¿Qué es lo quieren los pibes y señores que trabajan en Rappi? Pues, como dijo Ozuna, aleph de nuestra época, lo mismo que todos queremos. En este océano de desempleo con milanesas de soja en que se ha convertido este país, mientras más y más amigos nuestros se ponen la caja-mochila para pucherear, él éxito de estas plataformas es el fracaso que los chicos que estudiaron en las universidades públicas desde principio de la década no esperaban. Que algún día podamos entrecerrar los ojos y decir “¿te acordás, loco, cuando no había laburo y teníamos que hacer Rappi?” es el deseo de fin de año de este jugador.
La única salida es el Skere
Ya aclarada la apropiación cultural de la cumbia a manos de influencers que monotributan en categoría J, benditos son los que vienen en nombre de lxs pibes y esos a partir de esto año han sido los traperos. “Si estas a la deriva, la única salida es rock” escribió Pappo en su tablilla cuneiforme y El Duketo lo entendió muy, muy bien. Su aparición en los premios Gardel. Vamos de nuevo porque el pulgar se desliza demasiado rápido a veces: su aparición en los premios Gar-Del, es decir, los premios de la industria, del negocio, de la cartelización de la música en argentina, habrá sido el show más icónico de los últimos tiempos para ese ambiente. ¿Qué diablos tenía que hacer Duki en medio del reino de Abel Pintos? ¿Qué carajo tenía que hacer en el súmmum de la industria alguien que jamás se había manejado a través de ella? Pues confirmar que la industria estaba desesperada por absorberlo… y dejarla pagando.
Porque el man, así como la mayoría de los y las artistas que han roto todo este año haciendo trap, sigue manejándose mediante familia, amigos y por círculos bien cercanos. Salud amigos, la llama que encendió Pablo Lescano allá por los 2000 cuanto el periodismo blanco y porteño lo combatía arde ahora en sus manos. “Yo te iba a ver desde Cemento” va a decir nadie nunca, porque -y esto me gustaría ponerlo en mayúsculas, pero se las tendrán que imaginar- ¡Cemento es el ícono del porteñocentrismo moderno! Mirá si íbamos a estar dependiendo toda la vida de lo que pase o no pase por un sucucho de Once y posteriormente fuera captado por Sony. Por favor. Estos pibes están escribiendo otra historia y si los blancos no saben saltar, problema de ellos.
Donde termina tu derecho a la cervecería empieza mi derecho a la barbería
Con maestría pampeana-zen, Martín Rodríguez, se afiló una de las columnas políticas de-la-década la semana pasada cuando analizó la transferencia democrática entre las primeras presidencias post-dictadura y salmeó: “Menem es el camello del Corán de nuestra democracia. Alfonsín está en el bronce, Menem está en las cosas”. Sublime, conmovedor. ¿Cómo entender esta Argentina de cincuentones laburando en Rappi y aerolíneas low cost estalladas? “Menem fue un hombre de Estado que remató el Estado y sembró un derecho casi indecible porque se pronuncia como deseo: nos merecemos el mundo”.
Y acá estamos, amigo Martín. Mereciendo el mundo en la medida en que nos llega. Si hace cinco años nos hubieran dicho que nos iban a cobrar medio litro de cerveza el doble de lo que vale una botella y que encima iba a haber una puta cervecería igual a la de al lado cada tres argentinos nos hubiéramos reído. Donde hay una necesidad, nace un derecho, estableció nuestro Mahoma. Y lo que El Carlos visualizó fue eso que después diría otro profeta: hay vacíos que no pueden llenar. Al menos no nuestra democracia, que no alcanzó a curar y dar de comer. Entonces dame algo. Lo que tengas. Cerveza Gullit Saigón con notas frutales o una barbería donde todos salimos con el mismo corte y la misma barba. Y eso no está mal, no, en absoluto. Para snob y corrección está la contratapa de los diarios. Pero si nos merecemos el mundo no nos quedemos nomás con el picaporte en la mano.
El principio del fin para los psicópatas
Quizás sea más una expresión de deseo, pero la enorme ola de denuncias públicas y judiciales que le siguió a la de Thelma Fardín puede que haya sido la transmisión en vivo y en directo del inicio de un cambio de paradigma para millones de personas. Esos dos días, el de la denuncia de Thelma y el de la respuesta de su agresor, no circuló otra cosa en toda pantalla, grande o portátil.
Y más aún después de que circulara casi en cadena nacional el hoy detenido en Marcos Paz Rodrigo Eguillor. En los barrios, en las escuelas, en las universidades, en las redes. Estamos todavía muy cercanos a los hechos como para pensar hasta dónde puede llegar la movilización que inició Actrices Argentinas con su histórica conferencia de prensa. Pero esperemos que sea lejos, lo más lejos posible.
“Pasaron cosas”
Un amigo extranjero que respeto mucho me dice “no es para ofender, mano, pero al menos en Buenos Aires, hoy, nadie está escribiendo nada significativo”. Le doy la derecha. Después de que Fabián Casas cristalizara eso que se conoció como “La Poesía de los ’90”. ¿Qué vino después? ¿Quién pone las canciones en nuestro walkman? Quizás un conductor de Uber lo haga, quizás la piba de Glovo lo haga. Porque de ellos debería ser el reino de los cielos en el país donde pasaron más cosas que casi ningún otro país en paz del mundo. La debacle económica de mitad de año en primer lugar, como hecho casi resignante y confirmación de las urquizeadas a las que nos sometemos cíclicamente. Un día sos el Obama latinoamericano y al otro estás entregándole el presupuesto al FMI. Qué va a ser. Pasaron cosas.
Todavía me río de ese “¿queeeeee?” con la o estirada cuando un pana colombiano se enteró de la devaluación que en una semana llevó el dólar de 30 a 40 pesos. Demasiadas cosas: la histórica campaña por el aborto, la Cumbre del G20, el 33 % de pobreza, la vergüenza en el Mundial de Fútbol, la final de la Copa Libertadores, las denuncias por abuso, el terremoto en Buenos Aires.
Y el año que viene hay elecciones.
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