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viviendas

Hablamos con gente que ha comprado un pueblo por 45.000 euros

Neil Christie es un inglés que lo dejó todo para levantar de nuevo una aldea asturiana en ruinas a la que ahora llama hogar.
Todas las fotografías cortesía de los entrevistados

Con 45.000 euros podrías hacer muchas cosas, como comprarte un coche deportivo o tapar varios agujeros en tu economía tras estos años de crisis. Lo que está claro es que, con ese dinero, no te llegaría ni para comprarte media habitación en cualquier núcleo medianamente poblado, por no hablar de la odisea que supone a día de hoy intentar comprar un piso a un precio digno en Barcelona o Madrid. Ahora bien, aunque parezca una contradicción, con esa cantidad de dinero podrías olvidar las casas y pisos y llevarte un pueblo entero. Sí, lo has leído bien, un pueblo entero.

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Neil Christie se gastó esos 45.000 pavos cuando compró en 2006 la minúscula aldea de Arruñada, en Asturias. Lo de minúsculo es algo relativo, ya que las propiedades de Neil se extienden por dos hectáreas de prados verdes, bosques frondosos y cuatro construcciones en ruinas. Este británico, que va camino de los 65 años, lo dejó todo hace más de una década para cambiar radicalmente su estilo de vida.

"No fue algo premeditado. Mi esposa es profesora de español e inglés y ha trabajado en varios programas de intercambio en España. Yo aprovechaba algunos de sus viajes para hacer vacaciones. Jamás habíamos estado en el noroeste de España, y un fin de semana vinimos a echar un vistazo a Galicia y Asturias. Nos pareció un lugar precioso para pasar unas vacaciones más largas", recuerda Christie.

Al final, tras un par de años de reflexión, Neil aceptó una oferta de prejubilación y se mudó junto a su esposa y dos hijas a Llan, un pueblo de 16 habitantes —según datos del INE— que está a cinco minutos de Taramundi, la población con más habitantes de la zona —apenas 700— y capital del concejo asturiano que lleva el mismo nombre. Carlisle, la ciudad inglesa donde vivía hasta entonces este productor de televisión, tenía 75.000 habitantes.

aldea

El cambio fue, sin duda, importante. "No necesitaba dejar el trabajo, pero era una oportunidad única. Había llegado a la cincuentena y quería hacer algo diferente". Poco después de mudarse a Llan, Neil descubrió la ganga de Arruñada, un pueblecito de cuatro casas derruidas que se encuentra a una hora de Taramundi en coche, o lo que es lo mismo, en medio de la nada. "El principal inconveniente que tiene es la falta de infraestructuras básicas, como las comunicaciones, que son escasas", comenta sobre su nueva vida en los montes asturianos. "Las ventajas son mucho mayores: un estilo de vida distinto, la relación calidad-precio, la menor contaminación, el silencio y el clima, que es una maravilla. Son cinco o seis puntos positivos contra uno negativo, me parece un buen trato".

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Por 45.000 euros parece barato y oportuno. "Lo es, pero también debes considerar los impuestos, los costes de las reformas y todos los pequeños detalles que van surgiendo con el tiempo", matiza Neil, un tipo que puede decir que vive en su propio pueblo. Él mismo —con la ayuda de su esposa Rosa cuando tiene fiesta en la academia— ha levantado una de las cuatro casas en ruinas manteniendo el look rústico y la construcción de piedra originales de la aldea. "Este año estará acabada al 99% y ya es habitable".

obra en construcción

Neil ha hecho la rehabilitación de los terrenos él solo

Neil calcula que se habrá gastado más de 150.000 euros en la primera reforma, y cuando acabe piensa atacar la segunda casa de la población. El mérito es que la mano de obra ha sido todo cosa suya. "El dinero no es un pozo sin fondo. Gran parte lo hemos conseguido con la venta de nuestra residencia en el Reino Unido. Ya no tenemos casa allí, espero que no sea una gran cagada con esto del Brexit", bromea. Las dos hijas de la pareja han vuelto a su país de origen para estudiar en la universidad y encontrar buenas oportunidades laborales, y ellos piensan que no van a volver pronto.

"Les ha ido muy bien haber crecido en España, ya que tienen un español casi nativo además del inglés. No creo que sigan nuestros pasos, porque esta área no es para jóvenes. No hay vida nocturna ni ocio, en Taramundi no hay nada de esto", reconoce Neil. Eso sí, tienen relativamente cerca una sidrería y algún restaurante rural, así que al menos todavía pueden ir a tomarse algo. Mientras hablamos por teléfono, la llamada se corta en un par de ocasiones. "Perdona, es que me he movido medio metro, y la buena señal solo está aquí". Imagino que habrá vuelto al rincón de las llamadas.

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Por supuesto, en su pueblo ni hay televisión ni Internet. Por no haber, no hay ni cable de teléfono y, cuando llegaron, no había postes de electricidad ni agua potable. Con la ayuda del concejo de la zona han conseguido que les llegue la luz, el agua y han mejorado el camino de acceso, que ahora pueden usar coches más allá de los todoterrenos. "Les interesa que venga gente a vivir, porque son pueblos que forman parte del patrimonio del territorio y, si no hubiera nadie, serían literalmente un montón de piedras y se perdería el carácter y la singularidad de la zona".

casa de campo

La casa principal de Neil en Arruñada ya está casi lista después de 10 años de trabajos

Los amigos y la familia, en un primer momento, se pensaron que estaban locos, pero ahora disfrutan del pueblo de Neil cada verano. Total, en avión no se tarda más de hora y media. Eso sí, después toca subir al monte y encontrar entre los árboles la remota aldea de los Christie, Arruñada.

Un mercado dominado por los extranjeros

La inmobiliaria Aldeas Abandonadas, que tiene un extenso catálogo de pueblos y aldeas, fue quien gestionó el papeleo y resto de burocracia a Neil. "Siete de cada diez compradores son extranjeros. Hay muchos franceses, belgas, suizos, americanos y mejicanos. El español está dejándose su dinerillo, cada vez más, aunque invierten más en terrenos, campos y viñedos", explica Elvira Fafián, gerente de AldeasAbandonadas.com.

¿Por qué cuestan tan poco pueblos como los de Neil, hay truco? "No hay trucos, no. Hay propietarios que ceden el pueblo durante unos años para que la gente viva y lo rehabilite; hay dueños que venden el pueblo a precios bajos porque les sale más a cuenta que pagar impuestos a hacienda", asegura Fafián, que distingue a tres perfiles de compradores: familias españoles que buscan escapar de la gran ciudad, empresarios que quieren hacer negocio con el suelo barato y extranjeros que se sienten atraídos por el clima y las condiciones sociales del país.

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Una de las casas de Xudán donde vivirán Cristóbal y Milagros

Vender una pueblo no es sencillo, y muchos llevan años con el cartel de "en venta". Hay de todo: desde aldeas que un ayuntamiento cede gratis a cambio de su rehabilitación hasta pueblos de 75 casas que cuestan entre los 400.000 y los 500.000 euros. "Donde está más barato es en la zona de Galicia, donde hay varias oportunidades por 30.000 euros. Los precios dependen más de si son zonas apartadas o relativamente cercanas a grandes núcleos de población. Si quieren vender, los propietarios pueden llegar a bajar un 20-25% los precios", comenta la inmobiliaria. Teruel, Soria, Burgos, Asturias y Galicia son las zonas de España con más pueblos abandonados a la venta.

Cristóbal y Milagros, dos andaluces cansados del calor y la playa de Málaga, decidieron seguir el mismo camino que Neil hace un par de años. En su caso, planean abrir un complejo de turismo rural en la aldea de Xudán, cerca de A Pontenova, Lugo. Los cinco caseríos y las 14 hectáreas de terreno les costaron "solo" 60.000 euros.

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Comprar aldeas es barato porque el vendedor quiere desprenderse de los terrenos

"Vimos un programa en la tele en que salía la aldea, y justo estábamos de vacaciones por la zona. Fuimos a ver la aldea y listos. A mi siempre me ha gustado Galicia, porque aquí hace tantísimo calor…", explica Milagros, que trabaja en el sector de la banca. "Aquí siempre es lo mismo, calor y playa. No hay montaña ni vida sana, queremos cambiar la comida, el ambiente, la naturaleza, todo. Estamos cansados de estar aquí".

Ellos acaban de empezar las reformas y esperan trasladarse en verano, cuando los niños acaben el cole. "Hay ayudas de la Xunta y de la Unión Europea para fomentar la repoblación del territorio rural", apunta Mili, que sabe de primera mano que los bancos no dan muchos préstamos para este tipo de aventuras. Sin embargo, ella misma confirma lo que nos explican desde la inmobiliaria. "El ayuntamiento colabora y te echa una mano con el agua, la electricidad y otros servicios básicos, ellos son los primeros interesados en recuperar la vida de la zona".

Hay que trabajar duro y tenerlo claro, pero pudiendo tener un pueblo, ¿por qué conformarse con un estudio de mala muerte en el centro de una gran capital? Piénsatelo.

Sigue al autor en Twitter: @GuilleAlvarez41