En Tepito, hasta los santos son rudos

En Tepito, un barrio en la Ciudad de México con un fuerte sentido de comunidad y una historia que se remonta a tiempos prehispánicos, ubicado en el Centro Histórico a pocas cuadras de la Catedral Metropolitana, casi no hay iglesias. Esto no significa, sin embargo, que los tepiteños no sean religiosos. La gente de Tepito ha dedicado cantidades importantes de tiempo, dinero e imaginación para crear sus propios altares en casi todas las esquinas o en los patios de sus vecindades, muchos tan grandes que parecen casitas, todos ellos iluminados por intensas luces de neón en la noche.

La mayoría de estos altares están dedicados a figuras católicas, pero hay uno que honra a la santa más temida y despreciada por la Iglesia Católica, que ocupa un lugar destacado en la actividad religiosa de la zona y cuenta con el altar más elaborado de todos: La Santa Muerte. 

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Aunque en todos los días primero de cada mes sus seguidores vienen a presentar sus respetos, La Santa Muerte celebra su fiesta de cumpleaños la medianoche del 31 de octubre, con mariachis y pastel de cumpleaños. Por esta misa sus seguidores traen sus figuras de La Santa Muerte, algunas tan grandes que deben ser cargadas por cuatro hombres fuertes, y hay un libre intercambio de collares, flores, caramelos, aerosoles, tequila y mariguana. A diferencia de las figuras producidas en serie en China de la Virgen de Guadalupe o San Judas, las figuras de la Santa Muerte tienden a ser caseras y únicas, y así reflejan la personalidad del dueño y el hecho de que el culto no es ni oficial ni comercial.

La Santa Muerte tiene su pegue en las cárceles de la ciudad, dentro de la clase criminal y en la economía informal, así también impone la estética en el mundo de death metal y la gótica, todos bien representados en este barrio. Sin embargo, y a pesar de que Tepito y La Santa Muerte tienen mala reputación, esta misa de medianoche es sin fines de lucro, incluyente, una de las ceremonias más respetuosas en la ciudad y una clara muestra de comunidad, mostrando cómo los defeños, en estos tiempos de intensa globalización, siguen siendo capaces de crear su propia cultura.

Kurt Hollander, escritor y fotógrafo de Nueva York que ha vivido en la Ciudad de México por más de 20 años, lleva siete años fotografiando la misa de medianoche de la Santa Muerte en Tepito. Su autobiografía, Viva la Muerte, se publicará en México en 2014.

Más del trabajo de Kurt: kurthollander.com

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