Música

Ocho cosas que extrañamos de los kandi ravers

Hay algo indudable: la cultura de la fiesta está en constante evolución. Desde que existe la música ha existido la fiesta. El tiempo ha moldeado los sonidos y con estos han surgido centenares de géneros y subculturas que se han acomodado a las necesidades de cada época. Por allá en los noventa a un grupo de peladitos se les ocurrió incluir el color en su indumentaria fiestera, llenarse de pulseras y encontrarle el lado positivo a la noche. Estos son los Kandi Ravers, esa subcultura humana que encontrábamos en toda fiesta abrazando a la gente, regalando sus accesorios, dándole vida a las caricaturas y bailando. Pero la evolución de la fiesta los ha reducido y hombre, sí que los extrañamos.

Extrañamos el color:

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Atrás quedaron los días en los que el color inundaba la pista de baile. Ahora todos vamos de negro y creemos que nos vemos muy cool. Pero no. Cool eran las pintas de los Kandi ravers con su muy variada paleta de colores.

Extrañamos el buen baile:

Estamos en la época del contoneo incómodo en la pista de baile. Más que todo porque no hay casi espacio, pero también porque al que se atreva a bailar le caen miles de miradas furtivas, como diciéndole ¿a este loco qué le pasa? Pues los Kandi eran estos locos que sí se movían como el cuerpo les pidiera. ¿Recuerdan el “Shuffling”? Sí, ese que LMFAO puso de moda. Adivinen quiénes fueron los precursores.

Extrañamos el neón:

Sus pasos de baile iban acompañados de más color aún. Glowsticks, gloving, gafas reflectoras, todo esto hacía parte del performance que se armaban. Guantes con leds en la punta de los dedos para que se viera más el movimiento. Glowsticks en las extremidades que cumplían este mismo propósito. Me imagino que estos pelados se iban para San Victorino a comprar cajas de glowsticks al por mayor para decorar a todo su parche.

Extrañamos la expresión:

Si bien los Kandies tienen el factor común de las pulseras y brazaletes, de seguro que nunca vas a ver dos iguales. En últimas, la cultura Kandi le daba al individuo la oportunidad de expresarse como quisiera. ¿Querías ponerte un babero de Elmo y usar un chupo mientras bailas? Dale. ¿Quieres tatuarte a Hello Kitty en el culo? Bien pueda. ¿Ponerte unos pantalones acampanados con estampado de Bob Esponja con un top de bikini y un sombrero de vaquero? Tremenda idea.

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Extrañamos el PLUR:

Extrañamos el PLUR. Peace, Love, Unity, Respect (paz, amor, unidad y respeto). Ese saludo especial que era más como un pacto de amistad eterna, o que al menos iba a durar lo que durara la farra, que se consumaba intercambiando una pulserita y luego bailando toda la noche.

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Extrañamos los círculos de amor:

Bailar en círculos mientras de abraza a los amigos. Esta parece una escena sacada de la época tropipopera de las fiestas de quince pero el propósito era completamente distinto. El círculo lo hacían para mantener la energía del parche, compartirla. Al centro del círculo iba aquél parcero que no se estuviera sintiendo muy bien. Hacían literalmente un escudo de amor y buena energía para mantener el espíritu del amigo caído en el combate de la fiesta.

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Extrañamos el rave:

Pero el rave verdadero. Las farras clandestinas a las afueras de la ciudad que duraban fines de semanas completos, armados solos de un equipo de sonido y las ganas de bailar de centenares de personas. Ahora la fiesta está limitada al club y a sus estéticas, a su espacio cerrado.

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Extrañamos la hermandad:

Nada que hacer. Aunque la escena esté avanzando, hay poca paz, amor, unidad y respeto. Ahora todo es una pelea. Que porqué viene un artista a una ciudad y no a la otra; que a este man yo lo había escuchado antes, tu eres un novato que no tiene derecho a emocionarte porque viene; tú eres del parche technero y yo soy del parche de d&b, no podemos bailar juntos; ¿piensas que el EDM es lo mejor que tiene la música electrónica? Ridículo.

Menos discriminación, más PLUR.