Artículo publicado por VICE Argentina
Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, muchos jóvenes soldados volvieron a casa imposibilitados para conseguir trabajo. Por traumas psicológicos, físicos y/o la sencilla incapacidad para reinsertarse en sociedad después de haber visto y vivido lo más parecido al Apocalipsis que le había tocado atravesar a la humanidad desde su génesis, algunos de estos sobrevivientes de la madre de todas las guerras eligieron el ostracismo de la rebeldía como nuevo ecosistema.
Videos by VICE
Así, sobre todo en los Estados Unidos e Inglaterra, muchos volvieron con conocimientos de manejo de motocicletas de guerra típicas como las Harley Davidson, las Triumph, Royal Enfield o Indian y, a la vez, de su mecánica.
El taller, entonces, se volvió el nuevo hábitat de aquellos que elegían estar fuera de la ley y lejos de sus casas rodando con las motos, bollando de estado en estado en busca de otros como ellos. La tendencia se consolidó cuando algunos empezaron a asociarse armando su propio club de motos. “El club” pasaría a ser, en muchos casos, un taller al frente con un lugar para lo que llaman el “hang out”, con pool, escenario, algún sillón para que duerman miembros de otros “capítulos” que anduvieran de paso (facciones del mismo club en otra sede), una barra y la sala de reunión y voto de los miembros.
La familia de los nómades
Aunado al pasado militar de la mayoría, el conocimiento de artes marciales, manejo de armas y cierta disciplina por la musculación, poseían además un denominador común musical: el blues y el rock and roll. Aquellos que escuchaban la música salvaje y energizante que emitían los barcos piratas a las precarias radios de las guerras posteriores ahora compartían una microsociedad aparte con códigos propios.
Relacionados: Waikiki: de pibe chorro a poeta
Muchos se conocían del ejército, por lo que las estructuras de estas primeras organizaciones de motoqueros respondían a esa tradición, usando la camaradería y la lealtad como bandera. “La filosofía del club es que todos los que tienen parche completo ( full patch, aquellos que terminaron su carrera como prospects, a los que sólo se les permite usar la banda inferior de la espalda que dice el lugar de donde provienen) son iguales. Desde el que está en su primer día al que tiene 70 años de miembro todos tienen las mismas obligaciones y el voto vale igual. La única diferencia con un club menor es que hay cargos y tareas bien concretas para cada uno de los que forman parte”, cuenta Daniel Díaz Leon, alias Dany La Muerte, miembro del capítulo argentino de los Hells Angels
El blues primero, y el rock después, era ese leit motiv que terminaba por redondear la idea de rebeldía antisistema. De esta manera nace la idea de los motoqueros uno por ciento (one percenters) o clubes de forajidos (outlaws).
Al día de hoy, la dinámica sigue siendo la misma. “Varios tuvimos un chaleco propio previo al estar en un club grande. Y nos dimos cuenta que esta es la estructura, esto es lo real. Todo tuvimos otros clubes y dimos vueltas, cada uno en su lugar trató de buscar algo similar a la estructura de la que terminamos formando parte”, explica Gustavo “ El Pelado” Mazzitelli, vicepresidente actual de los Hells Angels Argentina.
Los forajidos y la iconografía del motoquero
Los jóvenes que formaban parte de estas agrupaciones uno por ciento, también compartían el uso de algo que al día de hoy genera polémica. Al volver a sus hogares, muchos excombatientes traían de vuelta como, trofeos de guerra, iconografía nazi. Según relata Sonny Barger (uno de los miembros con mayor renombre en el mundo del ciclismo outlaw) en su libro autobiográfico Vida y tiempo de Sonny Barger en el Hells Angels Motorcycle Club, cinturones, cuchillos y otros objetos del enemigo de la guerra se usaban trofeos de guerra, para mostrar que los habías combatido. El primer enemigo serían los nazis, luego vendrían los comunistas, en Corea, Vietnam o cualquiera fuera de las distintas intervenciones en conflictos externos que protagonizaron las grandes potencias durante la Guerra Fría.
“Estas cosas, cruces de hierro, cascos de corte alemán, la insignia… es para asustar a las personas. Es para que sepan que no nos importa su opinión”, dijo alguna vez Sonny en una entrevista al Los Angeles Times en los 60. Está claro que esto no quita que en cualquiera de los grandes clubes haya personas con ideas fascistas.
Así se da, por ejemplo, esa asociación entre ciertas figuras como la esvástica o la cruz de hierro con la idea del “metalero motoquero”, bien representada por Lemmy Kilmister de Mötorhead.
Es precisamente ese el salto que termina dando uno de estos cuatro grandes del uno por ciento, el paso a la cultura pop que los llevó a terminar siendo la Hells Angels Motorcycle Club Corporation® (con la marca y el logo registrados para tener el uso y su explotación exclusiva).
Hollywood empezó a retratar esta forma de vida en películas como Ángeles del Infierno sobre ruedas (1967), Hells Angels 69 (1969) o Hells Angels Forever (1982) de Richard Chase. Sus vínculos con las estrellas del cine y la música se profundizaron. Luego de que Hunter S. Thompson escribiera Hell’s Angels: The Strange and Terrible Saga of the Outlaw Motorcycle Gangs, su notoriedad como club de motociclistas forajidos explotó al máximo nivel.
Es con esta reputación que hasta los Rolling Stones llegan a contratarlos como seguridad privada para lo que en su momento se conoció como una contracumbre de Woodstock que significó la muerte del “Verano del Amor”. La organización del espectáculo fue caótica y cuatro personas murieron, uno de ellos en un enfrentamiento con un miembro de los Hells Angels tras mostrar su arma y los otros tres en accidentes producto del desmadre. Todo esto fue retratado en el documental Gimme Shelter (1970) de los hermanos Maysles.
La actualidad del 1%
Cuando las rivalidades entre bandas de motoqueros parecían cosa del pasado, recién en 2002 un grupo de Hells Angels visitaron el casino del hotel donde se hospedaban sus históricos rivales, los Mongols, durante un encuentro de motos del que ambas agrupaciones participaban.
Todo terminó con dos Hells Angels y un Mongol asesinados.
Relacionados: Tanatopraxia: el arte de recomponer un cuerpo para su funeral
El cruce entre ambos bandos fue bautizado como River Run Riot y devolvió el interés de la agenda nacional. Así, algunos años después, nació Sons Of Anarchy, una serie que cuenta con la colaboración de miembros activos del club. La serie, dirigida por Kurt Sutter, tuvo siete temporadas y este año lanzó un spin off chicano, Mayans MC.
Así todo, la cultura de la death’s head (“la calavera”, insignia del HAMC que sólo los miembros pueden utilizar) sigue creciendo. Hoy por hoy este club es considerado una agrupación de crimen organizado por el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, aunque desde la organización tradicionalmente han alegado que esa es la situación de una minoría de los casi cuatro mil miembros que tienen a nivel mundial. “En Estados Unidos estamos proscritos, no podemos entrar, pero en otros lugares del mundo no es así. En Europa podes viajar libremente por todos lados siendo un Hells Angel; en algunos países no podes rodar con los colores puestos”, explica Rod, otro miembro argentino de la institución.
Así como no está permitido en determinados lugares andar en moto vistiendo parches que los identifiquen como miembros, lo mismo sucede con los tatuajes. “En Alemania, por ejemplo, no se pueden exhibir y te los tenés que tapar. A veces nos ponemos una cinta scotch negra en forma de cruz, como ocultando la parte de la calavera para no mostrarlo completo porque no está permitido”, agrega Porchy, otro Hells Angel local.
HAMC Argentina
El furor por el consumo cultural de series en las nuevas plataformas digitales tuvo su traducción en la realidad de los Hells Angels, que, si bien siguen creciendo, todavía conservan su rígida estructura incluso en Argentina, donde están por cumplir ya dos décadas desde la fundación de la vieja sede en el barrio de Constitución. En la actualidad, se los puede encontrar en la Ciudad de Buenos Aires, el bajo de Flores, específicamente en Fernández de la Cruz 2883.
“Los clubes siempre están constituidos por seis personas que son: el Presidente, el Vicepresidente, Tesorero, Secretario de Armas y Capitán de Ruta”, explica Gustavo Mazzitelli, vicepresidente de los Hells Angels en Argentina.
“Acá somos 65 miembros, distribuidos en seis capítulos; hemos tenido un gran crecimiento, no sólo entre los que forman parte de la estructura si no también con amigos”, agrega El Pelado.
Todo comenzó con la fundación del capítulo Hells Angels Nomads hace más de 20 años. Empezaron cuando Fabián, un hermano del club, viajó a Brasil, donde tenía una moto estacionada a la que le había pintado la calavera de los Hells Angels sin ser miembro, y se cruzó con una facción local que le rayaron la moto. Luego del malentendido, decidió empezar una facción en Argentina y juntó a seis personas que se comprometieron y decidieron empezarlo”, explica Dany La Muerte sobre los orígenes de la sede argentina.
El furor que generaron las distintas series que refieren a clubes de motos implicó un claro aumento en la cantidad de personas con ganas de sumarse a la organización. De ahí surge una de las preguntas más consultadas en las redes sociales y buscadores, “cómo puedo ser un Hells Angel”. “Hay una frase nuestra que dice ‘nosotros no reclutamos, nos reconocemos’; es un poco lo que nos pasa y es así” explica Leo, otro miembro. “Se arranca como amigo y compartiendo los momentos de vida acá en el club, sumándose a la rutina misma de a poco”, agrega Gustavo. Según relatan, es en esa instancia que la gente del HAMC va analizando tus comportamientos, tu actitud, el nivel de compromiso. “Y vos también vas viendo si te interesa o no estar con nosotros. Si querés profundizar después entras al club como hangaround, que sería el primer eslabón”, detalla El Porchy.
Los miembros cuentan que los HAMC se auto sostienen con actividades que ellos mismos organizan. “Hacemos recitales, convenciones de tatuajes, eventos de motos, trabajos de customización o seguridad”, dice Rod. Pero esto no les garantiza un ingreso que les permita vivir sólo del HAMC. “Yo trabajo en construcción. Matías, otro hermano, es ingeniero. Hay administradores de empresas, gente que se dedica al software, no te limita el trabajo a la hora de ser un hermano”, explica Leo. La condición máxima es que no se admiten como miembros a personas consideradas traidoras, mentirosas, que hayan robado o hayan sido policías.
La batalla de Luján
La pata local del HAMC en Argentina supo mantener un perfil bajo durante mucho tiempo pero un incidente marcó un antes y un después en su rumbo. Alejandro Seselovsky fue uno de los primeros periodistas en abordar al grupo cuando se asentó en la Ciudad de Buenos Aires. “Era un grupo de personas y una suerte de estilo de vida simpático de apreciar, porque representaban una figura antisistema, hoy por hoy los encuentro fuera de tiempo. Hay zonas de la cultura donde todavía están validados pero el mundo cambió mucho”, asegura el escritor.
Relacionados: Peregrinos del Gauchito Gil, el santo pagano más importante de la Argentina
La mañana del sábado 14 de mayo del 2016 sacudió la agenda periodística local e internacional con un enfrentamiento que sólo parecía ocurrir en las ficciones de moda. Donde intersectan la ruta 5 y la Avenida Casey, en la localidad de bonaerense de Luján, los Hells Angels se cruzaron con los Tehuelches, otro reconocido motoclub nacional.
Hubo casi 100 disparos, cuatro heridos (dos de ellos muy graves), 14 detenidos y cinco pistolas más dos escopetas incautadas. Sobre el asunto, hasta ahora, los Hells jamás se habían pronunciado.
“Íbamos a un evento de motos, Malón, en Trenque Lauquen. Era una salida en moto como cualquier otra, y pasó que de atrás de un árbol salió uno que se ve que no le agradábamos y tuvimos que defendernos”, explica Gustavo. Ese día, Dany La Muerte recibió nueve disparos.
“No supe nunca quién fue el que tiró porque no lo vi, si sentí esa suerte de quemazón que producen los impactos de bala y después empecé a perder la consciencia por la sangre que perdía. Decía que me dolía la panza, pero era porque estaba delirando totalmente”, explica Daniel. “Cuando me desperté dije ¿dónde carajo estoy?, tengo sólo el recuerdo borroso de haber forcejeado con una persona con un arma. A mi moto también le pegaron cinco tiros”, continúa.
El salvaje tiroteo fue seguido de un amplio movimiento policial. “De movida, todos caímos detenidos y después se fue depurando porque soltaron a varios y quedamos algunos. Dani quedó en el hospital y yo un tiempo en la cárcel de Melchor Romero en La Plata con algunos de los chicos con los que pasamos unos tres meses, y hoy estamos a la espera del juicio”, explica El Pelado.
Sobre su actualidad con el resto de las bandas, Dany explica que no están en guerra con nadie. “Los negocios que tenemos, de seguridad, recitales, eventos, tatuajes y demás, no afectan para nada los intereses de los demás, por eso es al pedo tener enemigos en el motociclismo: estamos todos en la misma historia”, reflexiona antes de terminar. “Hoy estoy bien, y si lo que me pasó fue parecido a morir, quédense tranquilos, no sentís una mierda”.
Sigue a Eddie en Twitter