Rafael Cenobio Medina Brochero debe ser el poeta más escandaloso de la costa colombiana. Su hijo menor se llama 6. Sí, 6. Camina descalzo porque le gusta, y se casó en una cantina porque en otro lugar no se habría sentido bien. Aunque algunos lo critican por extravagante, todo esto no es más que su intento de gritarle al mundo que existe. Pero nada lo sacó del olvido sufrido por los artistas de la región. Lo único que llamó la atención de los medios nacionales fue que el año pasado puso en venta sus testículos con en el fin de reunir los fondos suficientes para llevar sus poemas fuera del país. Y a pesar de que conozco a más de uno que necesita un buen par de pelotas, nadie quiso comprarlas.
Sin embargo, Rafael se salió con la suya: logró viajar a Europa.
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Hablamos con él para ver cómo le fue y para que nos contara las maromas que tiene que hacer un escritor de un municipio perdido en la geografía colombiana para poder cumplir sus sueños.
Rafael, ¿vendiste tus pelotas?
No.
Y entonces, ¿cómo viajaste a Europa si nadie te las quiso comprar?
Algunos amigos, empresas privadas y la alcadía de mi pueblo me dieron su apoyo. También recibí aportes a través de la emisora comunitaria en la que trabajo. Hicimos un esfuerzo muy grande hasta que al fin conseguimos los recursos. Hasta mi esposa, Emilse, que siempre había tenido una cabellera hermosísima que le llegaba hasta las nalgas, decidió cortársela para hacer un aporte a la travesía poética. Le dijeron que por esa cabellera pagaban hasta 500 mil pesos, el problema fue que terminamos invirtiendo 50 mil en el corte y el pelo todavía está amarrado. Tampoco hubo comprador. Así que ya no volveremos a ofrecer al mercado nada de esa naturaleza. Si la mujer ofreciera otro tipo de cosas… eso fijo sí lo comprarían.
De todas formas, ¿no te parece muy arriesgado haber puesto en venta las huevas? ¿Por qué lo hiciste?
Ese tipo de acciones solo evidencian la angustia en la que viven los colombianos por el abandono en que el Estado tiene a los gestores culturales, a los artistas y específicamente a los pintores y a los escritores. Desde 2010 empecé a realizar travesías con el propósito de mostrar la obra. Un día cualquiera estaba diciendo: “Dios mío, quiénes serán los patrocinadores de este año para la travesía por Europa”, y se me ocurrió la sagrada idea de poner en venta los testículos. Esa fue mi forma de protestar.
¿No te daba miedo sentirte castrado, menos macho?
Un hombre sin huevos en la región Caribe es un hombre calumniado. Pero bueno, por la literatura y por la paz de Colombia, que es el fin de la travesía europea, vale la pena perder los testículos y hasta un poquito más.
¿Valió la pena el viaje? ¿Hubieras entregado las huevas a cambio de la experiencia que viviste?
La verdad estuvo espectacular, aunque tuvimos muchos problemas para comunicarnos. En Alemania, sobre todo. Imagínate todos los cajeros en otro idioma y nosotros necesitando sacar dinero. Lo bueno es que siempre se nos apareció un ángel, porque los ángeles existen así algunos digan que no. Siempre llegaba un colombiano, un chileno o un peruano que nos ayudaba.
Meta cumplida: llevaste tus poemas a Europa, ¿te sientes satisfecho?
Pues la verdad fue una experiencia maravillosa. En Lisboa, Portugal, pude declamarles a unos niños junto a sus maestras y eso fue hermoso. Repartimos volantes en las calles y difundimos un mensaje por la paz de Colombia en siete países europeos. Ahora viene la travesía poética por el África. Hacemos una travesía cada año.
Muy bien. ¡África! ¿Y para ir allá qué te tocaría empeñar? El hígado quizás.
Bueno, en todo caso, si VICE todavía quisiera comprarte las pelotas, ¿Cuál sería la máxima rebaja que nos darías para ponerlas en una portada?
Pues… teniendo en cuenta que es una parte tan íntima y que si uno se las quita en la costa es considerado poco hombre, la máxima rebaja que te puedo hacer es del 10%.