Laurent Meurice, de 39 años, se encontró con Runina mientras tomaba fotografías para el sitio web de un amigo. El pequeño pueblo eslovaco cerca de las fronteras de Polonia y Ucrania cautivó al fotógrafo franco-belga, por lo que decidió ir a conocer mejor a sus 75 habitantes, a pesar de la significativa barrera idiomática. A lo largo de sus muchas visitas, Meurice acumuló tanto material fotográfico de este pueblo en decadencia que decidió publicarlo en un libro, llamado “Brut”, o crudo.
“Mi objetivo era tomar fotografías de sus vidas privadas”, dijo Meurice. “A veces, a ellos les resultaba difícil entender que quería fotografiarlos en sus casas”.
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Las únicas personas ahí que hablaban inglés eran los sacerdotes ortodoxos que daban misa en la iglesia de Runina. “Por experiencia, sé que los sacerdotes no están particularmente abiertos a que les tomen fotos”, dijo Meurice, quien también trabaja como fotógrafo de bodas. Pero para su sorpresa, estos clérigos no eran tímidos ante las cámaras.

En cuanto a los demás habitantes, la vinculación a través del lenguaje no era una opción. Afortunadamente, encontraron otra forma de comunicarse: la comida. “Cada vez que iba a la casa de alguien, ya fuera a las 8 a.m. o a las 8 p.m., me servían comida y unos tragos”, dijo. “Te sientes como un niño. Te sientas, te sirven y no discutes”. Por “tragos” Meurice se refiere a la producción local de bebidas con un porcentaje de alcohol de entre 70 y 96. “Te sientes aturdido todo el tiempo, porque todo el tiempo estás bebiendo”, dijo Meurice.
La mayoría de las imágenes de Meurice son retratos íntimos de la vida cotidiana en un pueblo donde la población no ha crecido en años. Cuando les preguntó a los habitantes sobre el futuro de su comunidad, la mayoría le dijo que era complicado. “Hay gente de mi edad [entre 30 y 40 años] pero no hay trabajo”, dijo Meurice. “Y desde la publicación de mi libro en mayo de 2019, ya han fallecido algunos de los habitantes del lugar”.

Mientras Runina se estanca, todo a su alrededor está cambiando. Al otro lado de la frontera polaca, los madereros están destruyendo el bosque y cargando la madera en camiones que pasan por el pueblo de camino a las fábricas. Un recordatorio para los habitantes de que todo lo que les rodea puede desaparecer.
A continuación más imágenes del libro:











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