Cuando era un joven temerario y dejaba mi suerte en manos del destino tras tomar sendos chupitos de cua-cua (Licor 43 y Cointreau) o TGV (tequila, ginebra y vodka), no me importaba mucho eso de sufrir resaca porque a los 17 o 18 tu cuerpo se vuelve a activar. Me despertaba del revés, con dolor de cabeza, alguna potada de por medio y un sueño ensordecedor, pero duraba “poco” rato.
Han pasado unos años y la liturgia se complica. Necesito una siesta previa para salir y casi dos días para recuperarme de una buena farándula.
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Pero incluso ahora, es típico que tras comentar la fiesta de la noche anterior y la resaca del presente, salte algún afortunado, qué digo afortunado, un portador del anillo, un superhéroe sin capa, un habitante de Kripton, un maldito MILAGRO con patas, que te espeta: “Pues yo no tengo resaca y mira que bebí, eh, jajaj” (sí, ese “jajaj” que tanto odias).
Para averiguar qué ventajas y desventajas —no creo que haya ninguna— comporta ser inmune a las resacas, me he puesto en contacto con distintas chicos y chicas que describan su envidiable experiencia.
Javi Ramos, 32 años, editor de vídeo
VICE: A ver si lo entiendo. Bebes, bebes y vuelves a beber, ¿y no hay resaca? ¿Pero por qué? Me explota la cabeza.
Javi: Ya, tío. Eso mismo me dicen mis amigos. Soy el que a la mañana siguiente “madruga” para aprovechar el día o el que no sufre en el trabajo si ha dormido dos horas. Solo tengo que cepillarme los dientes y ya está, aunque si duermo poco tengo sueño, obviamente.
Seguro que este milagro está en los extractos de la tercera exhortación apostólica del papa Francisco para que puedas ser santo. San Javier de anís el Mono o algo así.
Exacto. No soy muy creyente, aunque esta anomalía me descoloca. Por ejemplo, en la adolescencia, lo típico que comienzas con las salidas de cumpleaños y pruebas todas las combinaciones de chupitos habidas y por haber. Nada, no hay nada ni entonces, ni ahora cuando me hinco unas copichuelas a ritmo de rock o de Maluma, que lo cortés no quita lo valiente.
“Para mi madre tomarse dos Martinis es acercarse a la toxicomanía. Gracias a no tener resaca, la verdad es que no me ha pillado nunca vomitando”
¿Es posible que esa inmunidad la has desarrollado a raíz de que tus padres te daban whisky para que no lloraras en la cuna?
(Risas) Qué va. Al contrario. Mis padres son bastante fanáticos del team antialcohol en todas las etapas de la vida. Para mi madre tomarse dos Martinis es acercarse a la toxicomanía. Gracias a no tener resaca, la verdad es que no me han pillado nunca vomitando o “queriendo morir” como dicen mis amigos.
Me noqueas con tus respuestas. ¿Y tienes mucha tolerancia al alcohol o no tiene nada que ver con la resaca?
No bebo especialmente mucho. Antes más, por la inconsciencia de la juventud temprana, pero ahora lo normal. Lo que sí sufro son los flashes cuando bebo Jäger. De eso no hay milagro que te salve. Menudo viaje.
Laura Campos, 21 años, estudiante
VICE: Hola, Laura. ¿Crees en Dios?
Laura: Depende de la desesperación del momento, pero en general diría que no.
¿Entonces explícame por qué el mundo brinda este don solo a algunos?
No se le pueden dar todos los dones a todo el mundo. Dejarían de ser dones y entrarían en lo mainstream. Yo con un par de birras y 4 o 5 cubatas, más o menos, ya pienso que es el momento de irme porque de ahí no saldrá nada bueno. Llego a casa, duermo unas 5 o 6 horitas y al día siguiente a funcionar.
“Esto que me ocurre creo que podría estar relacionado con el hecho de que no soy una persona que beba mucha agua: puedo estar tres días sin tomarla y ni notarlo”
¿Sabes si viene de familia? Quizás tienes algún supergen que puedes donar a la ciencia.
Mi madre se bebe dos cervezas sin alcohol y ya tiene resaca, mi hermano las ha tenido, las tiene y las tendrá. No creo que venga de familia, no.
Entiendo que el no beber tanto no se considera una opción, así que quizás invertir en I+D+I para que se desarrolle un alcohol que no deje resaca y que esté al alcance de todos puede estar en el programa electoral de algún partido político.
¿Tus amigos te han hecho un altar para venerarte o rajan de ti sin piedad por tu don?
Más bien lo segundo. Dicen que es envidia sana pero no me creo nada. Esto que me ocurre creo que podría estar relacionado con el hecho de que no soy una persona que beba mucha agua: puedo estar tres días sin tomarla y ni notarlo. Así que cuando en mi cuerpo se introduce esa cantidad de líquido, mis órganos se sorprenden y piensan que es el agua que tanto necesitan. No lo es, pero para cuando se dan cuenta ya es demasiado tarde.
De todas maneras, una vez sufrí una pseudoresaca. Le pregunté a una amiga qué se hacía en estas situaciones y me dijo que beber mucha agua. Como no se me da muy bien, intenté hidratarme vía cutánea untándome crema hidratante a ver si así atinaba. La resaca duró un par de horas.
Ignasi Bosch, 22 años, músico
VICE: Buenas, Ignasi. ¿Qué sientes cuando te despiertas tras una noche dura llena de alcohol?
Ignasi: Siento que he dormido menos de lo que quería y tengo aun menos ganas de comer que en una mañana normal, pero estoy activo y me siento con energía para hacer lo que sea durante la mañana.
A ver, dame envidia. ¿Cuánto puedes beber sin resaca?
No he hecho números de cuánto puedo llegar a beber, pero recuerdo más de una noche haber bebido entre 15 y 20 latas de cerveza (más algún chupito suelto) y despertarme a la mañana siguiente como si fuera un día más, dispuesto a repetir la gesta.
Mis diez. ¿Sabes lo que sentimos el resto de mortales con una resaca?
He tenido dos resacas en los siete años que es el tiempo que, más o menos, llevo bebiendo. No las recuerdo como algo especialmente duro: dolor de cabeza, estómago revuelto, muchísima sed, pero en un par de horas se me pasa. Por lo que dice la gente, parece que una resaca normal es más dura que lo que yo he vivido.
“Hace poco me presenté a un examen después haber dormido dos horas y media con una farra épica a mis espaldas. No había dormido mucho, pero mi mente estaba despejada”
No tener este maldito peaje postalcohol te habrá servido para enmascarar la farra de la noche anterior. ¿En qué más situaciones te ha ayudado este superpoder?
Pues sí me ha servido. Despertarme fresco después de una gran borrachera me permite no preocuparme si la noche se alarga más de lo previsto. Hace poco me presenté a un examen después de haber dormido dos horas y media con una farra épica a mis espaldas. No había dormido mucho, pero mi mente estaba despejada.
Creo que este superpoder no debe servir para disimular nada, sino para aprovechar más el tiempo por las mañanas postborrachera. Un gran poder conlleva una gran responsabilidad.
Gemma Azorín, 26 años, cuentas publicitaria
VICE: ¿De verdad no tienes resaca? Eres la maldita envidia.
Gemma: Exacto, soy una de esas afortunadas que puede salir de fiesta, beber, disfrutar al máximo y estar fresca como una rosa al día siguiente. ¿Será suerte? ¿Tengo un legado familiar para crear una subespecie superior sin resaca? Quién sabe. Demasiadas preguntas para una sola vida.
¿Y qué sientes cuando te despiertas tras una noche etílica?
Normalmente cuando me levanto tengo dolor de piernas. Pero seguramente es porque me he pasado toda la noche bailando o haciendo la loca, ya que más de una vez tengo pérdidas de memoria a corto plazo y no me acuerdo bien de lo que sucedió la noche interior.
También acostumbro a tener sed y sensación de calor, pero poco más la verdad. Me doy una ducha, bebo un poco de agua y lista para afrontar el nuevo día.
“Alguna vez después de salir sí que he tenido dolor de cabeza, pero la misma sensación que se tiene después de un día duro de trabajo. ¿Esto cuenta como resaca?”
Santo Cristo del Amparo. ¿Y cuánto puedes beber?
¿Te sirve si te digo 6 chupitos de Jägermeister? O alguno que otro más.
¿Pero de verdad que nunca, NUNCA, has sufrido ni un poco de malestar resaquil?
Es que no sé qué es lo que se siente teniendo resaca, ¿me lo puedes explicar? —vale, sé que esto da mucha rabia—. Alguna vez después de salir sí que he tenido dolor de cabeza, pero la misma sensación que se tiene después de un día duro de trabajo. ¿Esto cuenta como resaca?
Recuerdo que hace dos o tres años, en los días del Primavera Sound, me estaba preparando para una carrera. Como gran fan del deporte que soy, aproveché el gran “don” que me ha dado nuestro Señor para disfrutar del festival hasta cerrar cada día y entrenar perfectamente a la mañana siguiente. No me salté nada de mi rutina pautada.