Sexo

NSFW: Orgía en Praga

Orgía en sesión de matiné

En una de esas noches de insomnio, curioso y cegado por las posibilidades ilimitadas de la red, navegando a la deriva y aburrido, me bastó con dar click a una página de anuncios porno, para que ésta me llevara a decenas de otras páginas que se abrían sin control. Tratando de ordenar esa marabunta de ofertas carnívoras, una me llamó la atención por su peculiar oferta. La web en cuestión ofrecía videos y fotografías de orgías masivas con chicas no profesionales mezcladas con actrices del género. El asunto es que todas aquellas que lo deseasen podían coger con sementales bien dotados y profesionales en una fiesta donde el alcohol brotaba a mares. Y como pude comprobar luego, además del placer recibido, se llevan un dinero estupendo a casa por los derechos de sus imágenes filmadas por la empresa organizadora. Averiguando un poco más llegué hasta el origen de la idea y los contacté para poder asistir a una de esas fiestas y hacerles un reportaje. Me citaron encantados y después de algunas gestiones básicas me planté en la ciudad más bella de Europa y la más pornográfica: Praga.

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Sesión de tarde

Son las dos y media de la tarde y en un antiguo y cutre bolerama a las afueras de la ciudad se va a montar una orgía. En horario tipo tardeada, para chicos de 13 a 16 años, se destilarán hormonas de manera bestial en una sesión matinée de sexo y alcohol. Afuera el día es gris, frío y es casi de noche. Adentro, siento el vértigo de lo que el futuro inmediato va a brindarme. El organizador es un norteamericano que va vestido como si fuera un turista en las cataratas del Niágara, me recibe. Su nombre es Dean y es el vicepresidente de Eromaxx, una maxiempresa de pornografía a nivel mundial instalada en la República Checa. Empiezo preguntándole por qué Praga es la capital del porno mundial y contesta sin vacilar “por la ley que es permisiva, porque todo es muy barato, porque hay siempre mujeres preciosas que acuden a nosotros queriendo entrar en este mundo y quizá por la cultura de sus personas, abiertas en todo momento al disfrute sin frenos del sexo”.


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Antes de pasar a la acción me hace firmar una serie de documentos donde estoy aceptando que no reclamaré ningún dinero por mi imagen dentro de la filmación. Y le pregunto “Ah, ¿es que voy a salir en la película?” Me responde dándome ciertas advertencias: “No toques a nadie mientras estés dentro de la sala y haya empezado la orgía”. Como niño obediente asiento con la cabeza y prosigue: “Hemos tenido fotógrafos que han venido a hacer lo mismo que tú y le han metido mano a las chicas. El hecho de que en ese espacio y en ese momento las mujeres vayan a coger como unas desenfrenadas con varios hombres, no te da derecho a nada más allá de tu imaginación” y culmina matizando “eso sí, es posible que alguna de ellas te invite a tocarla, dependerá de ti hasta dónde quieres llegar, recuerda que estarás siendo filmado”.

El recinto es decadente por dentro y por fuera. Hay una enorme sala con mesas donde están unas 40 chicas que algo aburridas esperan fumando y me miran sin ningún interés. ¿Y dónde están los chicos?, sólo cuento unos diez. Me explican que ellos cogerán con todas las que se animen y que hay ciertas categorías “económicas” y rangos protagónicos para las chicas. Unas cogen y chupan, otras sólo chupan, algunas se montan numeritos lésbicos, unas bailan desnudas en medio de todo y otras simplemente hacen bulto por ahí. A todas se les exige higiene extrema y los test del sida y otras enfermedades sexuales al día, y claro, muchas ganas de pasarlo bien. Las tarifas van desde el equivalente a 200 dólares que cobran las que sólo bailan hasta los 500 dólares que reciben las que “tragan” un poco más. Los sueldos en la República Checa son bastante bajos por lo que a la producción no le cuesta mucho conseguir jóvenes dispuestas a ganarse el sueldo de un mes en pocas horas. Para eso, ponen carteles en las universidades y en centros comerciales llamando a la perversión y la lujuria en una fiesta donde tendrán alcohol, baile, música, pollas gigantes y dinero constante. Como ya dije, no todas cogen, hay grupos de amigas que van en plan de diversión y sólo se emborrachan, gritan, observan y aprenden. Para dar ánimo a esas chicas que no son profesionales pero que quizá lo sean en un futuro no muy lejano, la empresa contrata estrellas reconocidas de la industria del porno que encienden la chispa y que se mezclan entre ellas. Todo da la impresión de que es espontáneo pero al final es una filmación que aparentemente tiene un guión. Los hombres son también actores de trayectoria y con eso la empresa se asegura de contar con buenos miembros y erecciones que no fallen.

Tropezando con sexos

Hay un alboroto de personas que van de aquí para allá y las chicas se levantan corriendo hacia una sala más grande que está muy iluminada donde hay una barra repleta de vasos de plástico llenos de una bebida transparente y sin hielo; me acerco y huelo, ¿es algo parecido al vodka? Quién sabe pero huele a rayos.

En la sala pequeña, estamos apiñadas 60 personas entre fotógrafos, camarógrafos y gente de producción. Hace mucho calor. Uno de los chicos, un rubio que debe pasar muchas horas en el gimnasio, hace de maestro de ceremonias y con micrófono en mano grita algo incomprensible para mí, pero adivino que es la señal de que la fiesta va a empezar. Un DJ, desde una cabina pone música discotequera a todo volumen y el griterío empieza, mi corazón salta desaforado ante tanta reverberación pasional, nervioso ante lo que voy a ver.


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En el libreto fílmico de hoy, se escenifica una entrega de premios de cine. Creo que no importa mucho. Las chicas van vestidas de algo que supongo es elegante y los chicos, de traje y corbata, nada especial. En dos minutos, las veteranas, aquellas que para la productora son las estrellas porno de su firmamento, y las que cobran más obviamente, desabrochan en un segundo botones de pantalones y se disputan deportivamente las felaciones. Tres mujeres se acercan al pene del rubio del micrófono y recibe mamadas rápidas de bocas perfectas y bien lubricadas; ríe como diciendo “Órale, y encima me van a pagar”. Todos beben y bailan pero creo que el alcohol no ha hecho efecto todavía. Una pantalla gigante proyecta escenas de películas pornográficas, como para inspirar a los presentes.

De repente, con unos potentes ventiladores gigantescos empiezan a echar palomitas de maíz recién horneadas por toda la sala, creo que tiene que ver con lo del cine. El olor es confuso y mi olfato está sin rumbo, hay demasiados y distintos cuerpos emanando fluidos corporales mezclados con alcohol y fritanga de maíz quemado.

El rubio sigue gritando por el micro. Lo veo un rato después cogiendo con una rubia de piel caramelo; su sexo engulle su miembro con hambre en el suelo lleno de palomitas, ¡que escena más bonita!

Veo que los chicos eligen lo que quieren, primero la mamada y luego lo que sea; ellas llevan rápidamente sus labios hacia los penes o sencillamente les hacen un gesto negativo, que dentro de un rato, pero el hombre no se amilana y va por otra. La encontrarán sin problemas.

El tiempo pasa veloz en medio de esta locura, las chicas cada vez gritan más, y todos tienen los ojos vidriosos como en trance. El calor, el alcohol y el sexo los tienen acelerados pero en cámara lenta. Es un estado perfecto.

Una chica que sigue vestida pero está empapada de pies a cabeza (en medio de la sala hay una ducha donde se escenifican bailes eróticos y algún numerito lésbico) se marca un baile de locura, está borracha y mueve brazos y piernas como una loca; sin querer la golpeo con mi cámara en la cabeza con cierta fuerza, me sorprende que siga bailando frenética y sin inmutarse. Parece que el alcohol ya está en la fase en la que no se siente nada pero eres feliz. Me echo hacia atrás y descanso pegado a una barra, a mi lado, chicas desnudas con sus cuerpitos delicados y sus sexos depilados y apetecibles hacen los mismo y beben ese brebaje desconocido de los vasos de plástico. Las miro de reojo para no parecer un depravado, la música es demasiado alta, los jadeos, el aire denso y la pasión reinante me llevan a un estado de limbo erótico que no sé describir, todas esos labios vaginales rosados que casi siento palpitar de tan cerca. Entonces tomo un vaso de aquella cosa transparente y me lo bebo de un solo trago. Mi garganta parece estallar pero a los cinco segundos mi cabeza se relaja y ya puedo seguir haciendo fotos un poco más tranquilo.

Pequeña muerte y adiós

Me adentro de nuevo en la selva de cuerpos. Ya no sé cual chica es profesional y cuál no lo es. Hay piernas abiertas por todos lados, penes que entran y salen salvajemente de húmedos orificios insondables, bocas que se tragan lo intragable con maestría, labios femeninos que se besan, lenguas mojadas que se succionan unas a otras, y los gestos de sus caras son la combinación inequívoca del sexo: dolor y placer. Advierto que un par de chicas me miran con lascivia, me hago el loco y veo para otro lado, me exijo concentración, vuelvo a mirar y allí están, besándose frente a mí con locura, se comen entre ellas y me ofrecen su dúo, ¿a la cámara o a mí? Creo que en mi cabeza se están volviendo a gestar fantasías inconfesables, ¡así no hay quien trabaje!


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Viene la hora de que los hombres eyaculen en la boca de las chicas, que sin duda cobrarán un plus y prefiero apartarme para no ser salpicado. Vuelvo a la barra y desde allí observo lo que tantas veces es el final en toda película porno. Un pene que derrama todo su semen en la boca de una preciosa morena delgada con aspecto aniñado que se traga parte del manjar. Se acerca hacia donde estoy con la cara y la boca repleta de la carga espermática. A mi lado una chica pelirroja me parece que le pregunta si le ha gustado. No oigo lo que hablan y si lo oyera no entendería el idioma checo pero me imagino el diálogo evidente. La delgada contesta “Sí, prueba un poco, está bueno”, la otra pasa la lengua por su cara, se relame y con cara de estar saboreando un helado creo que le dice “Sí, no está mal”.

La orgía está llegando a su fin pero antes veo algo divertido. Unos chicos invitados de una de las actrices, que no estaban en el guión de la cogida masiva y que estuvieron todo el rato bailando y bebiendo por ahí, reciben un “premio” por parte de su amiga: una buena mamada para ambos y penetración permitida para el más pequeño, un morenito con cara simpática. Allí estaba el muchacho, con los pantalones y los calzones bajados hasta los tobillos con una cámara enfocándole el culo y su cara de extasiado, pasando a la historia del universo porno, haciendo realidad el sueño de miles de hombres. No aguantó ni dos minutos. Una mujer de producción grita que se acaba la fiesta y casi todas las chicas corren como fans alocadas hacia la puerta a hacer la cola, para cobrar cuanto antes y largarse.


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Caigo en de cuenta que pasaron casi tres horas. No hubo preliminares, los sexos estuvieron disponibles a demanda. Aunque era una filmación “programada” no me pareció que nadie estuviera trabajando. La relación que tienen los checos con el sexo es de total y absoluta libertad, sin escándalos ni rollos mentales. La carne es placer puro. Y el dinero juega su papel importante, haciéndolo todo posible.

Nunca vi la película. Quizá aparezca en ella por ahí, tomando fotos, con cara de no saber qué demonios hacía ahí en medio de toda esa carne palpitante, esquivando flujos, tropezándome con tetas y penes, hechizado por las miradas cautivadoras de las checas. El tema es que esa noche me costó mucho trabajo dormir.