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El juicio a César Strawberry por enaltecimiento del terrorismo fue como una broma de cámara oculta

Entramos en la Audiencia Nacional, donde la Fiscalía ha pedido 20 meses de prisión para César Strawberry por enaltecimiento del terrorismo en unos tuits. Parece una broma de cámara oculta, pero no.
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Fotografías por el autor

Estamos en el pasillo de la sala número 1 de la Audiencia Nacional. César Augusto Montaña Lehman realiza unos estiramientos raros, tocándose los pies y moviendo el cuello. Parece estar tranquilo, a pesar de que hoy se le juzga aquí nada más y nada menos que por enaltecimiento del terrorismo y humillación a las víctimas de ETA en unos tuits pretendidamente humorísticos que publicó hace años. Uno de los amigos que han venido a testificar le pregunta "¿Qué? ¿Preparándote para el SEGUNDO ASALTO?".

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Quienes sepan que 'Segundo asalto' es un disco de su grupo Def Con Dos o los que recuerden la canción a la que pertenece la frase de su camiseta ("la culpa de todo la tiene Yoko Ono"), pensarán que el hecho de que este señor se enfrente a 20 meses de prisión, 16 de inhabilitación y tres años y medio de libertad vigilada por unos chistes de dudoso gusto es una broma pesada. Un programa de cámara oculta. Quienes, además, estamos viendo el juicio en directo opinamos que el chiste de dudoso gusto es el juicio en sí. Y, si no flotase en el aire una pena real de prisión, soltaríamos risas enlatadas.

César Strawberry hablando de videojuegos para explicar qué quería decir cuando tuiteó "Street Fighter, edición post-ETA: Ortega Lara versus Eduardo Madina

No sabemos cómo será ver a Guillermo Zapata en el banquillo de los acusados por un tuit de humor negro que escribió en 2011, pero observar César Strawberry explicando lo qué quería decir cuando tuiteó "Street Fighter, edición post-ETA: Ortega Lara versus Eduardo Madina", supera cualquier sketch de José Mota. "Es un videojuego antiguo de lucha… intento diferenciar la condición de víctimas de su discurso como políticos…", a lo que añade que Madina -fan de su banda- "se pasó un verano entero escuchando el cedé de 'Alzheimer' y aceptó mis disculpas y lo único que me dijo es que el chiste le parecía muy malo".

Esto al fiscal Carlos Bautista le importa poco. Afirma, literalmente, que "da igual lo que diga el señor Medina, es el colectivo de víctimas del terrorismo el que puede sentirse ofendido". No le interesa tampoco si este músico madrileño ha hecho del sarcasmo una constante en su discografía o cuál sea el contexto en el que escribió las "frases indignas e impías" por las que cinco agentes le detuvieron en su domicilio dentro de la Operación Araña. En un momento, llega a indicar que Blas Piñar falleció tras la publicación del tuit "Franco, Serrano Súñer, Arias Navarro, Fraga, Blas Piñar… si no les das lo que a Carrero, la longevidad se pone siempre de su lado".

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Bautista compara tuits como este con versos del rapero Pablo Hasél (condenado a dos años de cárcel por el mismo delito): "estoy volando como Carrero Blanco", "ojalá vuelvan los GRAPO"… y Strawberry se ve obligado a aclarar que cuando dijo "El fascismo sin complejos de Aguirre me hace añorar hasta a los GRAPO" su única intención fue ridiculizar que la portavoz del PP en Madrid identifique a Podemos con ETA. Reitera, asimismo, que condena "cualquier forma de terrorismo y extremismo violento que no lleva a nada" porque "todo el mundo sabe que defender a Hitler o a Stalin es insostenible".

El fiscal llega a indicar que Blas Piñar falleció tras el tuit "Franco, Serrano Súñer, Arias Navarro, Fraga, Blas Piñar… si no les das lo que a Carrero, la longevidad se pone siempre de su lado

Los conocidos del acusado que acuden a testificar insisten en esa misma idea y muchos de ellos son familiares de víctimas de ETA o hijos de guardia civiles que señalan que, si al cantante hubiese titubeado al respecto del terrorismo, habrían dejado de hablarle. Recuerdan haberle escuchado gritar "'¡Hijos de puta!" ante la noticia de un atentado y el día que tocó en el festival Doctor Music bajo un lazo azul enorme en solidaridad con Miguel Ángel Blanco, protagonista de otra de las frases investigadas: "¿Se puede llevar una camiseta con un estampado de Miguel Ángel Blanco? Lo pregunto desde el respeto y el verano"- El fiscal se vio obligado a retirar este retuit de la acusación.

Si nunca habéis estado en un juicio, dibujad en vuestra mente todas las medidas de seguridad, escenografía y teatrillo que hayáis visto en cualquier película. Y, en medio de ese escenario solemne y de autoridad, una persona de mediana edad y gafas de pasta declarando que cuando habló de un "roscón bomba" para el rey Juan Carlos se inspiró en Mortadelo y Filemón, "donde una explosión lo que genera es una cara llena de hollín". Deja claro que "no hace falta ser repostero para saber que es un chiste y que si metes un explosivo con levadura en el horno no vas a llegar muy lejos".

Sus testigos hacen lo que pueden, razonando asuntos que deberían ser obvios. Está Jimmy Barnatán, el niño poseído de El Día de la Bestia (César Strawberry compuso el tema principal de la película), un legendario fotógrafo de conciertos, su manager, dos periodistas musicales, un músico de The Refrescos (vaya, vaya, aquí no hay playa), un compañero de la facultad de Bellas Artes, un monologuista que se hace llamar 'El Diablo sobre ruedas'… y mi favorito: el creador del Escuadrón de las sombras y el Comando Picazo, dos de los grupos ficticios de insurgencia que nutren el imaginario de Def Con Dos.

Gracias a sus relatos, el tribunal presidido por Fernando Grande-Marlaska pudo entender que Armas pal pueblo reivindica "escopetas, pero de juguete con el corchito" y otros ejemplos de esa "fanfarronería irónica y nihilismo surrealista" en que se ampara el acusado para "luchar contra el pensamiento único a través de la imaginación". Pero el fiscal habla como un cura condescendiente, advierte que "la faceta artística rompedora y transgresora no se puede extender a todas las facetas de su vida" y eleva a definitiva la petición de un año y ocho meses de prisión para este hombre que jura que nunca ha defendido el terrorismo ni jamás lo hará. No suena descabellado, por tanto, que el abogado Gonzalo Boye describa este caso como "un intento de atemorizar a la gente".