La casa de Thundercat es tranquila. Su departamento en North Hollywood está escasamente amueblado, excepto por los cómics de colección —más hacia Marvel, porque Marvel siempre le ha dado al clavo en la parte humana a sus historias. Hay un escudo del Capitán América, una guitarra traqueteada que apenas sobrevivió su gira con Erykah Badu y un televisor de 78 pulgadas, en mute.
“No te tienes que clavar” dice Thundercat, apuntando a la televisión mientras se toca el cuerpo buscando el encendedor. “Tienes que buscar los medios para escapar. La mayoría de las veces, la gente dice: ‘¡Esto es justo lo que no necesitamos ahora!” y es como, pues mejor cállate. Esa mierda está muy mal”. Prende un incienso y rodea la mesita de café un par de veces antes de encontrar el lugar adecuado para colocarlo. “No estoy diciendo que ahora no es el momento de luchar, pero necesitas tener la constitución para querer luchar. Tienes que hacerlo manteniéndote cuerdo”.
Videos by VICE
A los 32 años, el nacido como Stephen Bruner, ha pasado la última década y un poco más de su vida, girando, escribiendo y grabando con algunos de los más grandes nombres de la música: Badu, Kendrick Lamar, Flying Lotus, Ty Dolla $IGN, et al. En los últimos años también se ha distinguido por su carrera en solitario. Apocalypse, su segundo álbum, lanzado en 2013, fue una obra maestra de jazz-fusión; The Beyond / Where the Giants Roam, un split de 16 minutos que lanzó en 2015, fue un paisaje tan escaso como la sala de su departamento, buscando sentido entre los huecos y las grietas. Ahora, el virtuoso bajista (e infinitamente excéntrico letrista) está en proceso de conquistar la audiencia más grande que ha tenido su carrera, gracias al lanzamiento de su tercer álbum, Drunk. Por ahora, intenta no pensar en ello.
“Trato de no pensar demasiado en eso —te puedes volver loco”, dice cuando le pregunto acerca de las aspiraciones comerciales del disco. En vez de eso, me muestra un pequeño diario en el que ha dibujado decenas de rostros, algunos de sus amigos, otros de músicos famosos (conjuntos de personas que a menudo se mezclan). Son tan buenos que si los ves, el primer instinto es decirle al artista que renuncie a su trabajo —si no fuera porque su autor tiene uno de los mejores trabajos del mundo.
En cierto sentido, Thundercat nació para esto. Su padre, Ronald Bruner, fue baterista de Gladys Knight, Diana Ross y The Temptations, entre otros; en 1979, él y su banda, Chamaleon, lanzaron un álbum de disco de fusión a través de Elektra. Ronald y su esposa Pam tienen tres hijos, y cada uno de ellos ha sido nominado al Grammy: el hermano mayor de Thundercat, Ronald Jr., se llevó el Grammy al Mejor Álbum de Jazz Contemporáneo como baterista de The Stanley Clarke Band, mientras que Jameel, el más joven, tocó los teclados con The Internet en su disco Ego Death nominado para mejor álbum contemporáneo urbano. (La estatuilla del hijo de en medio por la mejor colaboración Cantada con Rap por el track “These Walls” de Kendrick Lamar, se encuentra junto a un Deadpool de tamaño real). Stephen y Ronald Jr. tocaron en Suicidal Tendencies durante años, y también comparten espacio en los créditos para The Epic, el increíble disco de Kamasi Washington.
La experiencia como músico profesional no sólo mejoró la técnica de Thundercat sino también lo preparó para la vida como personaje público y toda la ansiedad que eso conlleva. “Me han aventado botellas de cerveza”, dice. “He lidiado con gente que está hablando [durante mi set] y se terminan saliendo. No me molesta ni me hace sentir raro para nada”. Lo único que le quita el sueño, dice, es pensar en qué sentirán las personas sobre las que escribe, cuando hagan la conexión. Eso y sus padres.
“Le tenía más miedo a mis padres que cualquier otra persona”, dice, sonriendo. “Tenía miedo de lo que pensarían cuando escucharan ‘The DMT Song’ y quisieran saber qué significa DMT: ‘¡Es una droga psicodélica, mamá! ¡Es básicamente como si te murieras!’”, se ríe. “No va tan bien con papás cristianos”.
Pero esa es una barrera que Thundercat ha superado. El trabajo que ha puesto a circular en el mundo —y esto nunca ha sido tanto verdad como en Drunk—, provoca un efecto en las personas. Por mucho que su escritura a veces es críptica (bromea que las canciones que ha escrito para su gato, Tron, por lo general son entendidas como una metáfora del amor romántico), no hay manera de obviar el hecho de que lidia con temas embriagadores e inquietantes. “Hay un par de momentos en el disco con los que batallé mucho para terminarlos”, admite. “Las cosas que estaba experimentando en ese momento eran muy, muy intensas”.
Drunk está estructurado como en fragmentos, dividiendo los 51 minutos que dura en 23 pistas, a menudo terminando las canciones apenas encontraron su groove o quedó aislado su tema. “El hecho de tener déficit de atención, no significa que no seas listo”, dice. El hecho es que haberse salido de la rígida estructura de tres minutos y medio ha tenido beneficios formales, permitiendo que las canciones de Thundercat respiren cuando es necesario y se muevan ágilmente cuando le conviene más al disco en su conjunto. Sin embargo, el formato también refleja la manera en la que consumimos información (“Instagram existe, Vine existe”), la forma en la que la mayoría de nosotros trabajamos, e incluso la forma en la que podría verse un monólogo interior si se pasara al papel.
El disco empieza suave (“Cuando empiezas a beber, te la sueles pasar bien, ¿cierto?”, dice una de las canciones) pero después te arrastra por algunos lugares tenebrosos (“Y después terminas en cana”, cacarea Thundercat). “Tokyo” es frenética hasta el punto de ser confusa; “Where I’m Going” es un mal augurio tan grande que provoca el deseo de mandarle un mail a tu mamá para decirle que todo está bien. Hay momentos de tranquilidad (como la asistida por Pharrell “The Turn Down”), manchas brillantes de Technicolor (“Blackkk”), grooves hipnóticos (“Jethro”). Es el trabajo más dinámico de Thundercat hasta ahora, y es difícil pensar en un disco en los últimos años que simultáneamente tenga una variedad tan amplia y sea tan excepcionalmente personal.
Las canciones fueron escritas y grabadas en diferentes períodos durante, e inmediatamente después, de la grabación de Apocalypse y de To Pimp a Butterfly de Kendrick. Thundercat fue uno de los arquitectos en jefe de este disco, y habla con reverencia sobre el proceso de grabación “a fuego lento” de Kendrick, que duró varios meses y en el que diferentes etapas y estilos del rapero tuvieron que “vaciarse” antes de que optara por una dirección definitiva. Puede ser un poco difícil para Burner dividir su vida en segmentos definidos fácilmente o adaptar su proceso creativo a cualquier tipo de horario.
“Siento que interrumpe tu vida”, dice. “Algunas personas necesitan horarios. Pero al ser músico, al ser compositor, está entretejido con tu vida cotidiana.” Señala a la tele, donde están pasando Legends of Chamberlain Heights, una caricatura de Comedy Central creada por Carl Jones, el productor ejecutivo de The Boondocks y cónyuge de Badu. “[La TV] cae encima de mis ojos y mis oídos de manera diferente, creo. La atención se centra en la música. Parte de esto sigue siendo música para mí.”
Si la música interrumpe la vida, a veces lo contrario también es cierto. “En algunas canciones me escuchas eructando o tirándome pedos, o a mi teléfono”, dice Thundercat. “Esa es la forma en que fue grabado. Me parece importante que la gente escuche imperfecciones, mostrar que todavía hay algo humano allí”. Como se puede esperar de alguien con raíces en las tradiciones del jazz y la improvisación, le da un gran valor al instinto. “La mayoría de las veces, tu primer instinto es correcto. Pero nos dicen otra cosa. El instinto es todo, independientemente de si hay conocimiento detrás suyo o no. Trato de hacer todo a la vez sin tener que editar mucho.” Simplifica: “Hemos estado improvisando durante los últimos 20 años.” En el tema con Pharrell, “The Turn Down”, se puede escuchar la lluvia en el fondo mientras canta Thundercat. “Se escucha como si apretara un botón, pero era sólo lluvia”, dice.
Tal vez esa afinidad por lo espontáneo es la razón por la que, a pesar de las apariciones en el disco de Pharrell, Kendrick o Wiz Khalifa, Thundercat habla de manera más animada sobre “Show You The Way”, el sencillo tempranero hecho con Kenny Loggins y Michael McDonald. Su génesis fue una entrevista de radio en la que le preguntaron a Thundercat a quién le gustaría llevarse si fuera abandonado en alta mar. Su respuesta: McDonald y Loggins. “La broma fue el hecho de que han visto todo”, dice, aunque su admiración hacia ambos era, y se mantiene, sincera. (“Son el epítome de lo que siento que debieran ser los compositores: si no puedes reconocer la voz de tu cantante, ¿que demonios estás escuchando?”).
Y resulta que Loggins tiene un hijo que es fan de Thundercat. El famoso cantante al principio se mostró escéptico, sin saber si el comentario en la radio había sido sólo una broma. Pero pronto los dos se cayeron bien y compartieron sus intereses musicales —específicamente Mahavishnu Orchestra— y Loggins invitó a McDonald a las sesiones de estudio. Los dos viejos amigos no trabajan juntos desde hacía dos décadas; cuando apareció McDonald en el estudio, él y Loggins llevaban camisas de franela casi idénticas, un momento inmortalizado por Thundercat en la cámara de su iPhone. “Es como si Mel Brooks hubiera escrito la escena”.
A partir de este momento, nuestra conversación tomó otros caminos: de Marvin Gaye admitiendo en “Inner City Blues” que no podía pagar sus impuestos; a la cantidad de luchas internas que Motown hubiera ventilado en la esfera pública si en los años 60 y 70 hubiera existido Twitter. Después volvemos a la matanza de información de hoy en día, que parece no tener fin. “Intentas priorizar lo que parece tener sentido para ti en un momento en el que la gente sólo te está tirando mierda”, dice. “Tienes que supuestamente hacer todo este montón de cosas y seguir siendo una persona creativa y tener una perspectiva que no sea demasiado avionada”. Así que, ¿qué haces? “Compras una tele de 78 pulgadas que se traga lo demás”, se ríe. “Te sientas aquí, y te quedas viendo la pantalla. Es un chiste que tenemos Flying Lotus y yo: Si te queda viendo a la pantalla lo suficiente, las cosas van a cambiar”.
(Todas las fotos: The1point8. Síguelo en Instagram).