Lo que siempre quisiste preguntarle a una mesera

La mayoría de la gente se pone de malas cuando están hambrientos. Empieza con una expresión visceral cuando somos niños, pero al crecer, aprendemos a cambiar los gritos por indirectas pasivo-agresivas a todos los que nos rodean.

Sahra* ha visto todo tipo de gente hambrienta y enojada. La joven de 27 años ha sido mesera por una década y nos cuenta que ella y sus colegas tienen que tomar shots a menudo para poder aguantar sus turnos con clientes particularmente difíciles.

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Empezó cuando era estudiante; trabajaba medio tiempo en un pub antes de pasar a los bares, cafés y muchos otros restaurantes. Actualmente, Sahra trabaja como gerente asistente en un restaurante de alta cocina en Berlín, donde le sirve a los ricos y famosos y gana alrededor de 3,000 euros (68,840 pesos) al mes.

Me senté con Sahra en un café en la afluente colonia de Charlottenburg para enterarme de quién ha sido su peor cliente, si le ha escupido a la comida de un comensal, y cuáles son las estrategias que utiliza para llevarse las mejores propinas.

VICE: ¿Tardas más en servirle la comida a los clientes que te caen mal?
Sahra: No. Acaso trabajo más rápido para tener menos razones de volver a su mesa. Si me tardo demasiado, se van a irritar y no pararán de quejarse.

¿Por qué decidiste volverte mesera tiempo completo?
Al principio, solo era mesera porque quería ganar un poco de dinero en lo que estudiaba. Pero cuando me metí a la industria y empecé a ganar todo ese dinero rápido, se volvió más difícil dejarlo. Con el tiempo le he agarrado mucho gusto a mi trabajo —me encanta comer y estar cerca de la comida— y estoy orgullosa de lo que hago; no veo este trabajo como algo humillante. Muy seguido me dicen que soy “muy inteligente para ser mesera,” lo cual me irrita bastante. Cuando puedo, trato de luchar contra el cliché de que las meseras son demasiado tontas para hacer cualquier otra cosa.


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¿Quién es el peor cliente que has tenido?
Los peores siempre son las celebridades ricas que piensan que nos pueden tratar como basura. Por ejemplo, hay un tipo famoso que viene bastante y le encanta humillar a las meseras del restaurante. Nos llama gordas y nos dice cosas tipo: “Tus senos son muy pequeños. Debería regalarte una operación de navidad”. Tienes que tener bastante experiencia para lidiar con eso, pero algunas de mis colegas no pueden y terminan llorando en la cava. En una ocasión se comportó tan mal que le negué el servicio.

En otra ocasión, teníamos una mesa de rusos muy ricos que estaban celebrando un cumpleaños. Al pasar la noche solo se ponían más y más fastidiosos. Uno literalmente mordió a una de mis compañeras. La situación se complicó: la cliente sirvió la champán sobre su comida y empezó a lanzar sushi por el restaurante. Cuando le pregunté cuál era el problema, me dijo, “Tengo tanto dinero que podría comprar tu vida.” Eventualmente llamé al gerente, y se fueron. Pero nos tiraron mucha mierda en Facebook, y no pude dormir por dos días.

¿Has escupido en la comida de alguien?
No, pero he trabajado en restaurantes donde he visto que pasa. Personalmente, no creo que lo podría hacer. Pero si un cliente no se comporta, le digo al bartender que “olvide” poner alcohol en sus bebidas.

¿Qué otras cosas has hecho para vengarte de los clientes fastidiosos?
Si los clientes se ponen demasiado borrachos y empiezan a ser antipáticos, les agrego dos o tres botellas de vino a su cuenta. Pero solo lo he hecho cuando son unos idiotas, y cuando sé que tienen tanto dinero que no lo extrañarían. Hay algunos clientes que saben como hacerte sentir sin valor. La semana pasada vino un príncipe de Los Emiratos. Cuando se enteró de que sabía hablar árabe, me dio 100 euros (2,292 pesos). Pensé que había sido un gesto muy lindo, hasta que más tarde me preguntó si me podía comprar. Tuve que darle esa mesa a otra compañera.

¿Hay veces que comes las sobras?
Sí, las de los cliente que no son muy asquerosos. Y si sobra algo en la cocina cuando cerramos también nos llevamos eso. La comida que hacemos aquí es demasiado buena como para tirar. Además, cuando estás en contacto con la comida el día entero te vuelves menos caprichoso con lo que comes.


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¿Qué tácticas usas para obtener más propinas?
Hago una cosa que aprendí de un libro de psicología en negocios. Decía que si ponías un sol sonriente al lado del “propina no incluida” que está al pie de la cuenta, parece menos invasivo. Al parecer, el sol es un mensaje más positivo que, por ejemplo, un corazón. Ese solecito siempre funciona con mis clientes.

¿Cuál es la cosa más asquerosa que has visto en una cocina?
Antes trabajaba en un restaurante mexicano donde lo que sobraba en las tazas de salsa se devolvía a un tazón más grande en la cocina. También he visto a un chef sacarse las manos de dentro del pantalón y preparar una ensalada sin lavárselas. Pero tenemos una cocina abierta en mi restaurante, entonces esas cosas asquerosas no podrían pasar sin que un cliente lo viera.

¿Le has mentido a tus clientes cuando te preguntan si su comida es vegana?
Antes teníamos sopa miso y no estábamos seguros si era vegana o no, pero igual la vendimos como si lo fuera. Eventualmente descubrimos que tenía pez.

¿Qué has aprendido de las citas observando a los clientes?
En Charlottenburg, todo se trata del dinero. A muchas mujeres se les hace atractivo que el hombre tenga mucho dinero. He desarrollado un talento para darme cuenta cuando una pareja está en una cita importante; tienen cierta energía. A veces veo a las parejas desaparecer al baño por unos 20 minutos juntos. Siempre es bueno saber que la gente se la está pasando bien en el restaurante.

*El nombre de Sahra ha sido cambiado para proteger su identidad y posición.