Desde que tengo memoria, he odiado hacer ejercicio. Me gusta moverme, siempre y cuando haya una razón divertida, como bailar en un club o caminar por una ciudad nueva, pero ¿correr sin ningún motivo? Nah. Es demasiado aburrido para mí. Se necesita mucha fuerza de voluntad para levantar mi trasero del sofá y salir de casa.
Antes de la pandemia, lo anterior era suficiente. Pero ahora lxs que solíamos “hacer ejercicio” en un entorno social, pasamos la mayor parte del tiempo relajándonos, viendo Drag Race o soñando despiertxs. Tienes que tener una razón para levantarte del sofá o de la cama o nunca lo harás. Definitivamente, esto no es bueno para la salud. Varios estudios han demostrado que hacer ejercicio de manera regular tiene enormes beneficios para la salud mental, además de reducir el riesgo de enfermedades como ataques cardíacos y cáncer. El ejercicio puede incluso fortalecer los huesos y los músculos.
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Para aquellxs que aman el ejercicio, el distanciamiento social no es un gran problema. Pueden adaptarse fácilmente a una rutina. Pero, ¿qué pasa con nosotrxs lxs antideporte? ¿Qué pasa si queremos movernos para sentir los beneficios, pero simplemente no se nos da realizar actividades extenuantes? ¿Podemos ejercitarnos correctamente, a pesar de odiar el concepto?
La instructora de fitness Tally Rye sugiere que dejemos de pensar en el ejercicio de la forma tradicional. No es necesario correr, hacer flexiones o levantar pesas para hacer ejercicio. Cualquier movimiento cuenta. Así que se trata de encontrar algo que te guste o quieras hacer en el momento. “Mucha gente piensa que el ejercicio es incómodo y tortuoso. En cambio, yo lo veo como un movimiento intuitivo que entrena la energía y el cuerpo”, explica.
“Cuando tengo poca energía, hago movimientos ligeros como pilates, por ejemplo”, continúa Tally. “Todos los movimientos cuentan: hacer la limpieza, darle mantenimiento al jardín, o pasear al perro. Todas son actividades válidas”. En otras palabras, si no te apetece hacer una clase intensa de aeróbics online, tal vez simplemente camina hasta un super que te quede más lejos de lo habitual. O como dice Tally, bailar en tu habitación aunque sea un momento, sigue siendo ejercicio. Según ella, lo más importante es encontrar cosas divertidas que hacer.
Cairo Nevitt, otro instructor, también recomienda caminar y bailar todos los días como una alternativa para aquellxs que son flojxs para moverse. “Esta actividad reduce la ansiedad y tú mismx puedes determinar la velocidad y la distancia”, dijo. “Por ejemplo, a algunxs de mis clientes les digo que hagan una ‘fiesta solitaria’ en su casa si odian correr pero les encanta bailar. Bailar es una buena forma de hacer cardio; se mueven y se divierten al mismo tiempo”.
Además de replantearnos la forma en que vemos el ejercicio, Tally explica la importancia de cambiar la mentalidad de por qué lo hacemos. “Nos han educado bajo la presión de que el ejercicio debe tener resultados visibles. Tienes que lograr una cierta estética para que sea considerado ‘exitoso’”, dice. “Creo que debemos hacer del ejercicio una actividad beneficiosa para la salud física y mental. Puede ser una oportunidad para mover el cuerpo y cambiar la monotonía del día”.
Básicamente, ver el ejercicio como una actividad que nos hace sentir mejor, no como algo en lo que debamos trabajar, puede aliviar esa presión. Correr, por ejemplo, merece la pena si te sientes feliz después de hacerlo, aunque no dé resultados instantáneos o la distancia no sea muy grande. Cairo tiene una opinión similar. “Muchas personas fracasan porque esperan obtener resultados de la noche a la mañana”, dijo. “Date tiempo para evolucionar; la belleza radica no solo en el resultado, sino también en el proceso”.
Todos tienen sus propias razones para no hacer ejercicio. Hay ciertos tipos de ejercicio que las personas con discapacidades o las que tienen dificultades para moverse no pueden realizar debido a la forma de su cuerpo. Tally sugiere buscar clases o aplicaciones en línea que se adapten específicamente a tus necesidades. Según ella, Sophie Butler, es la opción correcta para la gente en silla de ruedas porque tiene entrenamientos que no requieren estar de pie.
En esencia, no es necesario comprar equipos costosos ni realizar una actividad física intensa para moverte. No importa si solo quieres saltar mientras escuchas una canción. Siempre que lo hagas con gusto, el movimiento es suficiente. Tampoco tienes que hacerlo ahora mismo. Si no tienes la intención, puedes hacerlo otro día. Es tu cuerpo, así que todo depende de ti.