“El Culto” regresa este 2017 con un hombre que por un tiempo estuvo entre los deportistas más populares de los Estados Unidos, pero que se convertiría en un escándalo nacional de proporciones mayores. Puedes encontrar nuestras entregas anteriores aquí.
Grado de culto: Racismo y “The Juice”
¿Quieren saber la definición de “Culto”? Consideren el trato que el Departamento de Policía de Los Ángeles le dio a OJ Simpson. Ahí lo tienen. Justo en el punto, como el hombro de “The Juice” —como le apodaban— para frenar a los linebackers en la época cuando era el deportista más popular de Estados Unidos. Tenía el tipo de fama que es visible desde el espacio. Sin embargo, curiosamente, apenas gozaba una tercera parte de la fama que obtendría después. Su nombre ahora forma parte de la jerga del inglés, y comparte lugar con palabras como Titanic y el sufijo “-gate” para denotar una naturaleza escandalosa.
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Antes de conocer realmente la esencia de su juicio, tenía una idea semicuajada de que el “racismo” había sido un factor clave que le permitió a OJ Simpson asesinar, brutalmente, a dos personas, ser el único sospechoso en un radio de 100 millas, y salir de la corte siendo un hombre libre. Siempre me pasó por la mente que, cual haya sido el o los factores, debió tener una defensa increíblemente buena como para ser absuelto de los cargos en su contra. Resultó, conforme se supo más del caso, que efectivamente el racismo había sido la llave, el único factor de su absolución; el racismo del jurado, conformado por nueve personas negras, dos blancos, y ningún latino. El único logro verdaderamente significativo de su defensa fue garantizar un jurado con dicho perfil; jurado que si creciste en L.A. podría contar algunas historias, supuestamente, de cómo el racismo lucía cuando era utilizado en su contra por la policía y los jurados blancos. OJ, símbolo luminoso del éxito negro, vs. Los Blancos. ¿A quién creen que escogerían?
Uno creería que escogerían la “justicia”, ¿no? Cuando era joven, cuando la vida era simple, el engranaje del sistema legal de los adultos era tan básico como Santa Claus: llegaba al lugar correcto de la manera correcta. El hecho que una sala de la corte pudiese contener quejas raciales tan indignantes, una defensa extrañamente displicente por su certeza de ganar hasta el punto de cometer errores, un juez tan intimidado por sus 15 minutos de fama que tuvo que ejercer una revisión judicial a medias, y un jurado que podría aburrirse y dejar de escuchar la evidencia acumulativa e irrefutable de la culpabilidad de OJ, no era para mí, de niño, una posibilidad. Los adultos sabían lo que hacían.
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Sólo queda preguntarse cómo son las cosas para los niños ahora que todo lo ven. Copas del Mundo en Qatar. Donald Trump en la Casa Blanca. ¿Acaso quedan niños lo suficiente ingenuos como para creer que el mundo de los adultos funciona como debería?
Punto de entrada: Alto
¿Creyeron que su entrada sería de bajo perfil? ¿Acaso han enloquecido? Por medio del poder de su personalidad de culto, OJ Simpson supo esquivar el tipo de evidencia que, de presentarse una octava parte en un caso promedio, mandaría al 100 por ciento de los involucrados a la cárcel de por vida y sin derecho a fianza. Se encontró sangre de OJ Simpson en la casa de su ex esposa asesinada, Nicole. Sangre de Ron Goldman, su amante, a quien OJ jamás había conocido, fue encontrada en el interior del auto de OJ estacionado fuera de su casa. Un informe de un conductor de limosina que llevaría a OJ al aeropuerto la noche del asesinato contaba con evidencia irrefutable de que OJ no había estado en su hogar, como había asegurado, durante todo ese tiempo. Ah, y además el Departamento de Policía de Los Ángeles contaba con un historial de violencia de OJ en contra de Nicole hasta el punto que su ex esposa tenía que hacer llamadas al 911 como esta:
Pero OJ había cortejado con asiduidad a la policía de dicha ciudad durante año, tanto que los oficiales solían visitarlo el nunca pronunciado miembro del Salón de la Fama de la NFL para echarse un chapuzón en su alberca y escuchar una que otra vieja historia de guerra. La gran ironía del campo de fuerza racista alrededor de OJ por el jurado —hermosamente capturado en The People vs. OJ de Jeffrey Toobin, el único libro que necesitas leer sobre el tema— es que para el momento del juicio, OJ se había convertido básicamente en el estereotipo de la persona blanca.
Su entorno estaba conformado por eventos corporativos de golf, country clubs, y relaciones excesivamente obsequiosas con la policía local. Su período de más riqueza fue cuando la parte corporativa de los Estados Unidos lo fichó como una buena persona para anunciar productos principalmente dirigidos a la población blanca. Sin embargo, una parte del sector negro lo veía como uno de ellos que había logrado que los Estados Unidos se arrodillara. Creo que muy en el fondo de una gran parte de los estadounidenses palpita el deseo de hacer algo bajo los reflectores; en el caso del jurado, todos y cada uno de sus miembros vio la oportunidad de exteriorizar el trato del Departamento de Policía de Los Ángeles hacia ellos, el cual en algunas ocasiones incluía tirar la fachada de tu casa con un tanque en caso de que existiera evidencia de actividad sospechosa en su interior.
Soy ambivalente respecto a si la absolución de OJ fue del todo injusta. Por supuesto, por medio del sistema lega fue injusto, pero lo bueno es que cinco minutos después fuese declarado culpable en el caso civil, y que desde entonces el karma no le ha dado una vida feliz. Pero en el contexto de la experiencia de los negros en el sistema legal de los Estados Unidos, ¿fue injusto? Sin duda es algo para reflexionar.
El momento: la acusación arruina “el guante que no cupo”
Se podría decir que la frase más famosa del juicio fue “si el guante no le queda, debe absolverse”, utilizada por los abogados defensores de OJ para referirse al guante que se encontró tirado detrás de los edificios de su propiedad. Estos son algunos datos sobre los guantes para demostrar el desastre que fue la acusación. Uno fue encontrado en la escena del crimen, el otro cerca de la casa de OJ. Las pruebas, su señoría, son bastante convincentes. Además era un par para nada común. “No tiene idea lo raros que son esos guantes”, dijo el gerente general de Aris, la compañía encargada de fabricar los guantes. Sólo se vendían en los Estados Unidos en Bloomingdale’s, y sólo una porción de los mismos en tamaño extra grande. Quizá no lo sepan pero Nicole Simpson tenía un recibo de su tarjeta de crédito por la compra de dos pares de guantes de tamaño extra grande.
Pero, sorpresivamente, los guantes no le quedaron a OJ cuando intentó ponérselos en la corte. Es mentira: no le quedaron porque lo intentó de la misma forma que alguien que no quiere que le entren, como si se tratara de una escena en una cinta de Charlie Chaplin. Aquí es donde otro elemento desastroso entra en juego: el juez, Lance Ito, se había confundido tanto por las pruebas que simplemente dejó a OJ permanecer de pie payaseando. Y la parte acusatoria, hundida en la desorientación al darse cuenta que podrían perder el caso, tampoco no pudo encontrar la voluntad para prevenirlo.
El jurado, que ya había sido convencido, se convenció.
Palabras finales
Un periodista le pregunta al exitoso abogado de OJ, Robert Shapiro, en 2016: “¿Y usted cree que el asesino de Nicole Brown Simpson y Ron Goldman nunca ha enfrentado un juicio?”, Shapiro: “Creo que existe una gran posibilidad que ese sea el caso”.
Nota secundaria de interés: el único miembro del supuesto “dream team” de abogados de Simpson que en realidad lució efectivo es Johnnie Cochran, un hombre negro. Y por úlitmo: Rob Kardashian, padre de la camada, quien en la mitología popular se volvió parte de aquella defensa, en realidad se la pasó perdiendo el tiempo y expresando su admiración de “The Juice”.