Iban desnudas y estaban tomando el sol tumbadas en la cubierta de un barco de Mallorca, en la zona de Portocolom. De repente, un dron se les colocó justo encima con el piloto de grabación de color rojo encendido. Ocurrió en 2017 y en esta ocasión las siete amigas mallorquinas decidieron denunciar.
Cada año se multiplican los casos de pervertidos masturbándose en playas nudistas, de personas que sacan fotos a escondidas ya sea para uso propio o para colgarlas en páginas de internet, o de energúmenos que sueltan frases sexuales y vejatorias a bañistas.
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De hecho, y según el Instituto Francés para la Opinión Pública, en ese país hay mujeres que incluso han dejado de hacer topless tras sentirse observadas de forma obscena. Las cifras de mujeres que practicaba topless ha caído drásticamente y ha pasado del 29 por ciento al 19 por ciento de practicantes. En el informe también se detalla que algunas de ellas temen poder encontrarse alguna foto suya en internet sin la parte superior del bikini. Por ello deciden cubrirse cuando toman el sol.
Según nos cuenta el abogado Sergio De Juan-Creix, especialista en Derecho Digital, es complicado que las víctimas detecten que están siendo observadas cuando se les hacen las fotos y por ello las denuncias suelen ser escasas. “Hay una parte de fetiche en esta práctica, pero también hay personas que cuelgan las fotos en determinadas páginas web y pueden recibir algún tipo de retorno económico por ello”, nos explica De Juan-Creix.
“En el caso de que las víctimas tengan constancia que existe una fotografía suya, por ejemplo haciendo topless, en una página web y hay una denuncia, podría llegar a pedir entre 3 000 y 5 000 euros de indemnización dependiendo de la gravedad de la situación, del alcance y de las visualizaciones del vídeo o la foto”, nos dice el abogado.
Según nos cuenta Sergio, el daño moral y reputacional es difícil de medir y la indemnización económica que la víctima recibirá dependerá de múltiples factores. En una ocasión, un juez consideró que Elsa Pataky tenía que ser indemnizada con 310 000 euros después de que una revista publicase una fotografía suya haciendo topless en una playa.
En el caso de que la retratada sea una ciudadana anónima y se compruebe que el autor de la fotografía ha ganado dinero con ella colgándola en internet, la indemnización para la víctima sería también mayor según se consideren múltiples factores. “El haber fines lucrativos sería una agravante del delito, por lo que la pena también sería mayor para el autor”, nos explica Sergio.
Dependiendo del supuesto hay también penas de hasta cuatro años de cárcel si se detecta que la persona lo ha hecho múltiples veces, retratado a menores de edad o tiene otro tipo de antecedentes, por lo que cada sentencia variará.
Hace un par de años, una chica española de 23 años pilló a un tipo masturbándose mientras la miraba fijamente en la playa. La chica sacó el móvil y decidió grabarlo para denunciarlo públicamente. “Hay que tener en cuenta este tipo de acciones porque la otra persona podría iniciar acciones legales por vulnerar sus derechos, aunque masturbarse en público ya es un delito de por sí”, nos dice Sergio. En este tipo de casos el abogado nos recomienda pedir auxilio a las autoridades costeras para poder mediar en la situación.
“En el caso de que te estén grabando a ti, lo que hay que hacer es pedir que se borre el vídeo y evitar confrontaciones. Como persona física no tienes la autoridad para requisar el móvil y borrar el material; por eso hay que pedir ayuda”, nos dice.
En el supuesto de que se actúe de esta forma impulsiva después de que te hayan grabado, podría haber elementos suficientes para alegar defensa propia. En este caso, se recomendaría a la víctima que aportase testigos que corroboren los hechos, puesto que el agresor podría reclamar a la víctima una indemnización por daños materiales.
Pongamos por ejemplo que alguien se está masturbando en público en la playa mientras te mira, se graba con su móvil y tú sales de fondo, por lo que se ha captado tu imagen de forma ilegítima. “En este supuesto, se sobreentiende que puede dañar tu imagen porque puede dar la sensación de que participas en el acto, con lo que también se podrían iniciar acciones legales”, nos dice.
Según nos asegura Sergio, las redes sociales son un catalizador real y este tipo de acciones se potencian. “Antes había personas que sacaban fotos con una cámara, las imprimían y las conservaban para uso privado. Sin embargo, con las nuevas tecnologías estas fotografías llegan a más gente, estas páginas web que difunden páginas robadas tienen un público”, nos explica.
Es complicado cerrar este tipo de páginas si no hay una denuncia detrás. “Al final, la mayoría de las víctimas lo dejan pasar porque es un proceso muy costoso: aparte de los costes económicos, está el coste de tiempo y el coste social y de reputación personal. Esto echa atrás a las víctimas”, asegura el abogado.