Esta es la situación: lo acabas de dejar con alguien pero resulta que ya tenéis los billetes y el hotel pagado para pasar unos días de vacaciones. Desde un pasado en el que estabais tremendamente enamorados (o no tanto) os regalasteis este viaje que ahora se presenta como un regalo envenenado. El recuerdo de lo que fue, de lo que se ha roto y ahora está podrido.
El tema es que la aventura está ya pagada y cancelar la movida, aparte de ser imposible, exigirá un esfuerzo de gestiones telefónicas y de mails escritos con educación y odio que ahora nadie en esta relación rota puede asumir. Existe la opción de, simplemente, no ir, pero todo ese dinero que invertiste en un viaje de amor lo conseguiste con el esfuerzo diario de ir a trabajar a esa mierda de almacén de bollería y no estás dispuesto a tirar a la basura todas esas horas de vida que cambiaste por dinero. No. Solo hay una solución, ir e intentar que la experiencia no sea una pesadilla.
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Hemos hablado con varias personas que han pasado por esta situación y les hemos pedido que nos cuenten cómo fue la cosa. Por cierto, no leáis estas líneas con cierta condescendencia ni ternura, esto os podría pasar a vosotros este mismo verano.
ALEJANDRA, 28 AÑOS, BERLÍN
VICE: ¿Qué pasó?
Alejandra: El día anterior al vuelo a Berlín descubrí gracias a una amiga que mi novio andaba en Tinder dándole al dedo a tope y chateando con una conocida con la cuál habían quedado varias veces. Con el tiempo me enteré que llevaban follando un tiempo.
¿Hicisteis el viaje?
Habíamos pagado el Airbnb con mi tarjeta de crédito y por rata dije “pues voy sí o sí”. Todo el viaje fue un show, estuvimos discutiendo sin parar cuatro días. Eso sí, antes de volar le exigí que me pagara su parte del viaje, de hecho le pedí que lo pagara todo por haberme jodido el viaje, pero no coló.
Le podrías haber dicho que se quedara en España.
Se lo dije pero no quería, él “quería arreglarlo”. El día antes del vuelo quedé con él y le dije que teníamos que hablar seriamente. Quedamos en una horchatería de Poble Nou y le dije que si era cierto que estaba en Tinder, me lo negó y tras un buen rato discutiendo me dijo que sí, pero que estaba ahí para “reírse”. No entendí nunca muy bien a qué se refería con reírse. Luego le pregunté por la chica con la que se estaba liando y me contó que le interesaba mucho su “arte”, que le gustaban sus ilustraciones y que por eso le había dado un match. Me negó que hubieran quedado. Esa fue la conversación que tuvimos en bucle durante horas y horas. Me largué y le advertí que no viniera a Berlín o la tendríamos.
¿Y qué hizo el tipo?
Al día siguiente me planté en el aeropuerto sola y cuando estaba en la puerta apareció él. Por aquel entonces yo estaba súper enamorada de él y creo que incluso me puse como contenta al verlo. Luego me acordé de que estaba súper enfadada y al subir al avión y sin contestar a nada sobre lo que él me decía, pedí que me cambiaran el asiento. Al llegar a Berlín había una tensión terrible y me largué a pasar el día con un amigo que vivía allí. A la noche quedamos de nuevo y volvimos a discutir. El segundo día lo pasamos discutiendo en el Airbnb y el tercer día creo que dimos un paseo por el muro y poco más (mientras discutíamos). Debo decir que mi ex durmió cada día en el sofá del Airbnb.
¿A la vuelta os sentasteis también en asientos separados?
El día de la vuelta me puse a llorar y a negarme que hubiera pasado algo. Quise creerlo y le perdoné. Yo me quise creer la historia de que le dio match “por amor al arte”. Nunca había tenido Tinder y no sabía tampoco cómo funcionaba. Así que volvimos a Barcelona, esta vez viajando juntos en el avión.
¿A Berlín has vuelto? ¿Y a esa horchatería del Poble Nou?
A Berlín, sí. ¡A la horchatería diría que no! Y recuerdo que de ahí sí que me fui sin pagar y lo dejé a él con la cuenta, por lo menos me llevé una horchata por el disgusto.
MARCOS, 31 AÑOS, FORMENTERA
VICE: ¿Cómo llegáis a esta situación de tener que viajar juntos estando separados?
Marcos: A mi ex le encantaba Formentera y siempre me decía que quería volver. Un año, cuando aún estábamos juntos, planeamos un viaje de verano pero como yo estaba sin pasta la convencí para ir en setiembre, que los precios estaban más baratos. El tema es que a mediados de agosto de ese verano lo dejamos y yo estaba con esa actitud de “seguir siendo amigos”, por el aprecio y eso, y le dije de pasar esos días juntos, que tampoco pasaría nada.
¿Surgió algún apretón sexual?
Hubo algún pico de reconciliación y allí mismo parecía que la cosa se reactivaba, pero no. En cuanto a sexo, alguna paja furtiva entre los dos en la bañera, pero el resto del viaje lo pasamos cada uno por su lado, menos cuando quería ir a algún sitio alejado, entonces yo le hacía de chófer con la motillo.
La ruptura: ¿Qué pasó? ¿Quién cortó? ¿Hubo enfado?
No hubo pelea ni nada. Todavía no sé qué es lo que hice para que me dejara. Simplemente una noche se pilló una borrachera de las suyas (yo no bebo) y me dijo que no quería seguir. Esa noche me quedé en su casa para poder hablarlo al día siguiente, pero ella lo tenía claro. Sin ánimos de ser un acosador, ni forzar nada, le di espacio y me largué.
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¿Cómo retomasteis lo del viaje a Formentera?
Al tiempo, ya por WhatsApp, hablamos el tema de las vacaciones. Accedimos a ir juntos, yo quería que ella fuese feliz y que entre nosotros no hubiese ningún malestar. Sin embargo discutimos más fuerte que nunca y pasamos unos días terribles. Supongo que yo tenía esperanzas de volver aunque ella lo tenía muy claro.
¿Tema camas?
La habitación que pillamos era de una cama, claro, pero una vez allí pedimos una habitación de dos camas. Luego desayunábamos separados la mitad de los días, yo me levantaba antes y la esperaba pero ella prefería irse sola, menos cuando necesitaba que la llevase con la moto.
¿Aprendiste algo de este viaje?
Pues que ya no quiero novias, prefiero relaciones abiertas, sin compromiso. Prefiero amistad y sexo que tener una relación tradicional. Demasiados problemas tengo con mi vida como para estar por otra persona.
LUCÍA, 32 AÑOS, NORTE DE ESPAÑA
VICE: A ver, ¿dónde os fuisteis de vacaciones?
Lucía: Pues no era exactamente un viaje de vacaciones, se trataba de un viaje de negocios que él iba a efectuar por diferentes ciudades del norte de España y yo iba a ser su acompañante. Muchas de aquellas ciudades no las conocía y me hacía ilusión —pese a todo— visitarlas por primera vez. Yo era muy pobre y no sabía cuándo tendría otra oportunidad así de ver mundo. O sea que para mí sí eran vacaciones, y en gran parte pagadas.
¿Hacía mucho que lo habíais dejado?
Hacía unas dos semanas pero la idea del viaje se mantuvo. Supongo que a él le reconfortaba la idea de mi compañía familiar y, bueno, yo siempre he estado enganchada a las cosas gratis. Yo no es que no quisiera perder dinero, es que no quería perder lo gratis, que es peor.
¿El viaje fue soportable o hubo algo positivo?
Aguantaba el tirón pero me sentía muy perdida y muy triste, en parte el viaje entrañaba la última ilusión posible de estabilidad conjunta, eran los últimos días que íbamos a pasar juntos jamás y en aquel momento me parecía un entorno cálido, eso todo antes del viaje en sí, que luego en la práctica se reveló como un error obvio y una terrible bajona de una semana. Una vez inmersa en el viaje no veía el momento de que acabara.
La parte cómica es que me gustan bastante los hoteles y me ponen cachonda, pero nosotros ya ni teníamos esperanza ni interés ni nos atraíamos ni hostias. Como nos pasábamos el día pegados yo me pasaba las jornadas obsesionada con darle esquinazo en algún momento para masturbarme. Sobreviví a aquello a base de cumplir el reto diario de conseguir masturbarme en cada hotel por lo bajini. Bueno, el papeo fue otro de los grandes sustentos, hablábamos mucho de lo que nos hacía ilusión comer.
¿Dónde lo hacías?
Normalmente en el baño del hotel mientras él estaba con otra cosa en la habitación, con el ordenador o algo. Aquello supuso la única diversión del viaje.
¿Valió la pena todo lo gratis?
No, fue un error repugnante y muy predecible. Cuando nos separamos sentí un alivio legendario. Eso es, no hubo broncas, sólo pochez, pajas encubiertas y tal vez la sensación positiva de confirmar que era mejor dejarlo y no volver jamás. Para eso igual sí sirvió, para erradicar del todo cualquier posible secuela. Una sensación de desesperanza y de absurdez sobrevolaba la situación constantemente.
¿Compraste algún recuerdo de esos días que aún conserves?
Me compré unos zapatos que me salieron malos.
AITOR, 25 AÑOS, CÁDIZ
VICE: Cortaron contigo justo al volver de vacaciones, ¿no?
Aitor: Sí, yo fui a Cádiz cuando, tras tres años, mi relación estaba prácticamente muerta; de hecho me “obligaron” a ir. Además fue un viaje que me salió mucho más caro de lo que pensaba y, sí, nada más volver me dejó, y eso que ella organizó el viaje y todo.
¿Y dices que te salió caro de dinero o por otras cosas? ¿Es literal?
Sí, es literal, me refería al dinero porque yo en esa época era estudiante. El viaje fue bien, yo era un pobre iluso que pensaba que todo iba de maravilla. La que por entonces era mi novia sí que estaba más irascible. Luego cuando me dejó al poco de volver ya até cabos. El viaje estaba programado hacía meses pero estaba deseando dejarme la bribona.
¿Qué hacía ella, te la liaba todo el rato?
Pues lo típico de cuando alguien está quemado de una relación: irascible, interpretarlo todo mal, discutir por cosas absurdas como qué chiringuito de playa es mejor. Cualquier excusa es buena para discutir cuando estás a punto de dejarlo.
¿Y por qué crees que no te lo dijo antes?
Supongo que fue una mezcla de “a ver si este viaje reaviva la pasión en las playas nudistas gaditanas” y de “es un viaje programado y reservado desde hace meses y ¡que pereza ahora descambiar billetes, alojamiento y todo esto si es que se puede!”.
¿Te lo dijo en el viaje de vuelta o esperó un poquito más?
Esperó un par de días a la vuelta.
¿Habrías preferido que te dejara antes del viaje? ¿O mejor haber vivido un engaño durante esos últimos días de idilio hipócrita?
Habría preferido que me dejara antes, claramente. El amor es muy bonito pero hay que ser pragmático. Si te has desenamorado de mí al menos no me hagas gastar más tiempo ni dinero.